martes, 25 de marzo de 2014

SIN ESCAPATORIA (Versión blog, Parte 22)


22


Fernando sabe lo que dice cuando habla de la muerte. Las últimas palabras del viejo actor quedan colgadas en el aire, silenciadas por la súbita aparición de una voz grave que llama la atención de los clientes. Por los conductos de la megafonía interior se anuncia el inminente inicio del espectáculo de esta noche.
La sala está casi llena. Varios clientes, al igual que Inocencio y Fernando, están apoyados en la barra del local. Desde su posición tienen una buena perspectiva del escenario y pueden degustar el espectáculo en un discreto segundo plano.
La voz anuncia la intervención de Ava Chueca, dice que lo hará con un colorido espectáculo de luces y sombras. También presenta, como plato fuerte de la noche, el posterior número porno de una nueva pareja. Las luces del escenario cambian de tonalidad y consiguen centrar muchas miradas de los que, ya pasadas las tres de la madrugada, continúan esperando a la sombra de sus copas, con la compañía de algún amigo o amiga, o simplemente dejando pasar el tiempo porque a la mañana siguiente no tienen nada mejor en qué ocupar su energía.
—¿Quién es esa Ava Chueca? —pregunta Inocencio a Fernando que ha pedido otro coñac a cuenta de su amigo.
—Es un travesti del barrio madrileño que lleva por apellido. Se hace llamar Ava porque dicen que tiene un parecido especial en las facciones de su rostro con Ava Gardner. Ya sabes, la estrella de Hollywood de los años cincuenta y sesenta. Lleva los pechos operados y comentan que pidió especialmente que fuesen del mismo tamaño que los de la americana. Pasa de los cuarenta y ya se notan algunos de los implantes de silicona que lleva por el cuerpo, pero aún conserva un buen ver a pesar de las múltiples operaciones estéticas. Es muy graciosa y canta aceptablemente bien. Es un todoterreno del espectáculo.
—Veremos qué tal lo hace. ¿Y para el número porno de esta noche se anuncia a una nueva pareja. ¿Tú sabes algo? ¿Quiénes son?
—Ayer vi el espectáculo y me imagino que debe de tratarse de la misma pareja. Se trata de una rubia espectacular y de un actor ocasional. La rubia ya ha actuado otras veces aquí. El tipo se hace llamar Antoñito Oportunidades, aunque no sé si es su verdadero nombre.
—¿Antoñito oportunidades? No me suena nadie con ese nombre.
—Su cara me recuerda a alguien bien conocido en el mundillo teatral. Es clavadito a un tipo que ha tenido muchas ocupaciones. La más duradera, y que figura en su currículum, es la de representante de artistas. Pero en los últimos años ha sido también socio de varias constructoras que han quebrado y han dejado en la estacada a cientos de familias. Se le atribuyen algunas estafas, todas ellas sin demostrar, y también la convivencia delictiva con gente del poder. Seguro que si se escarbase en su vida se sacarían a la luz muchos asuntos turbios.
—Sí, esa historia ya me la conozco, está en todas partes. Pisos vacíos, estructuras a medio levantar, viviendas ofertadas y vendidas en planos que no llegarán a realizarse nunca. Especuladores del ancha es Castilla y para mí la carretilla. Y la cartera. Gentuza diversa y fauna sin escrúpulos que han dejado al país hecho polvo. Todos los que, viniendo de cualquier ocupación, creyeron que la construcción era un negocio rápido y suculento. Fueron los que pensaron que todo el mundo vendría a vivir a España, porque “España va bien”… Según nos vendían los políticos. Y ahora…¡País de mierda!
—Eso. Eso. —asintió Fernando a la vez que levantaba el coñac y bebía con delectación el oro viejo de la copa.
—Con la descripción que me das, la chica será seguramente Marlén, mi chica. Hace unos días que no la veo y no podría asegurarlo. Esta noche la he llamado varias veces y no me ha cogido el teléfono.
—Sí. Con ese nombre la anunciaron ayer. ¿No me digas que esa espectacular mujer…en el buen sentido de las palabras…es tu novia?
—Pues ahí estamos. Intentando entendernos. Ya ves, yo sabía que le había salido algo aquí, pero no hemos hablado de ello. Aquí ha hecho varios tipos de espectáculos, incluso ha trabajado de camarera, ¿pero de actriz porno…?
—Hay que ganarse la vida como sea —sentencia Fernando.
—¡Hombre! Dicho de esa forma… Podría entenderse. Mi coquito de fuego no atranca con nada. Es una luchadora. Y como tiene esa figura y ese cuerpo tan voluptuoso, ha hecho muchas escenas eróticas…¿Pero esto?
—No te preocupes hombre. Ya veo que se te cae la baba hablando de ella. Pero también se te nota una cierta inquietud, un rumorcillo de mala uva que amenaza con desestabilizarte.
—No. Es que me he quedado pensando.
—Vamos, que no lo ves claro.
—¡Oye! Has dicho que el chico de hoy, si es el de ayer, te recuerda a un representante.
—Sí.
—No será un tipo delgado, poquita cosa, físicamente hablando, de aspecto escuálido, con una cara de ratón hambriento, de nariz afilada, orejas de soplillo, bigote al estilo nacional-socialista y corte de pelo a navaja, que suele llevar engominado. Piensa un poco…Es inconfundible porque tiene un tic en la ceja derecha. Se le levanta de forma reiterada cuando se pone nervioso.
—Pudiera ser…Pudiera ser —contestó Fernando.
—Ése va a ser él. No quiera Dios que sea Marc Foster, el cabrón que me ha birlado el papel de Macbeth en una obra que se va a hacer en Móstoles.
—No te lo puedo confirmar.
—Va a ser Marc Foster. ¡Maldita sea!
—Tranquilo. No te precipites. El cualquier caso quiero darte un buen consejo. Si supones que pueda ser él, no veas el espectáculo. Vete a tu casa a dormir tranquilo. Mañana ves a tu chica y no le refieres el tema de esta noche a no ser que ella lo saque antes. Y como si nada.
—¿Por qué dices eso?
—A veces uno no sabe cómo puede reaccionar ante situaciones imprevisibles. En el fondo somos primates. Y pudieras complicarte la vida. Además de una mujer por medio, ese Foster te ha fastidiado seriamente, según dices. Son motivos suficientes para alejarse del lugar y evitar lo inevitable. Ojos que no ven, corazón que no siente.
—Ese tipo me sacó el dinero durante años, siempre con falsas promesas que nunca se confirmaron en nada concreto. Esta tarde me llama y me dice que he quedado segundo en el castin para el papel de Macbeth, que el papel se lo han dado a él. Ese papel que es el sueño de mi vida, la oportunidad para salir del anonimato y subirme al tren de la fama. Y ahora… Ahora es posible que vaya a pasarse por la piedra, delante de mis narices, y de todo el mundo, a mi propia novia. No lo puedo aguantar.
—No te aceleres tanto. Puede que no sea él. Además ya sabes que en nuestro trabajo la fama es un tren en vía muerta, tarde o temprano se acaban las traviesas.
—Me sube la sangre al cuello. Le retorcería el pescuezo como a un pollo. Y encima poniéndole las manos encima a mi Marlén. Pufff. Que no. Que no…
—Ya te digo. Lo mejor es que te marches.
—Ni hablar. Me quedo…
—Bueno, bueno…Pues luego no digas que no te aviso.

Fernando, que recordaba muy bien el espectáculo porno de la noche anterior, estaba seguro de que la pareja de la novia de Inocencio era el malicioso agente de representantes del que sospechaba el actor de doblaje. Por eso siguió insistiendo en que se marchase para evitar un mal trago. Sin  embargo, la tozudez y las negativas de Inocencio le hicieron cambiar de tema. El viejo actor de comedias no quiso forzar más la situación y decidió dejar lo que pudiese pasar en manos de la providencia.


CONTINUARÁ...

Novela corta
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Mariano Valverde Ruiz (c)

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