domingo, 25 de febrero de 2018

LOS LÍMITES


LOS LÍMITES

El paisaje era cómplice
de sueños y de juegos
cuando el frío helaba mis manos
o el sol del verano me quemaba la piel.
Cambiaban las cuatro estaciones
siempre con el mismo horizonte.
Pero una nueva vida tomó forma
una mañana de septiembre
a las puertas del instituto
de la ciudad de Lorca.
Todavía recuerdo
las sensaciones que sentí
al ver aquella entrada,
la enorme dimensión del edificio
y la insignificancia
de mis tiernos diez años.
Entonces, mi universo
comenzó a crecer con las enseñanzas
de nuevos profesores,
las chanzas de los compañeros
y las letras perfectas de los libros.
Comprendí que existían inmensos horizontes
más allá de mi vista
y ocultos límites en mi interior:
nuevos territorios para explorar
con la lupa de las palabras.

(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

APRENDIZ



APRENDIZ

En invierno, durante el camino a la escuela,
el paisaje se convertía en un reto constante
a mi curiosidad. Observaba mi entorno
y organizaba el tiempo a mi manera
para poder tocar todas las rocas,
conocer cada palmo de tierra, cada árbol,
los insectos, la vida…
La inquietud por lo nuevo
se imponía a la terca realidad
de una infancia marcada por mis pasos
y el horizonte del campo lorquino.
Cualquier cosa servía de experiencia
para jugar a ser un aprendiz
de soñador con cara de ignorante.
En aquellas jornadas de ida y vuelta,
se definían los temas oníricos
que escriben los poetas desde siempre
como signo y bandera de la búsqueda
de los límites del mundo interior:
una forma de ver otra realidad.
Aquellas experiencias, compartidas con aves
de pardos colores y vivo caminar,
mostraban mis deseos
de ser un niño diferente:
alguien que compartiese sus palabras
con quienes lo enseñaran a comprender el mundo.


(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)


domingo, 18 de febrero de 2018

TESTIMONIO







TESTIMONIO


No es posible contar una intimidad
si no es a cambio
de desnudarse frente a la intemperie.
Y sin embargo,
es un acto de amor
para con la verdad más escondida.
Las palabras describen la frontera penúltima
de aquello que tan solo fue nuestro.
Intuyes que otras mentes
añadirán sutiles ornamentos
a lo que alguna vez sentiste,
a la prueba de tu existencia,
al nuevo testimonio
de lo que fueron juegos con la vida.
Y abrazas tus palabras
como parte de ti, para ofrecerlas
a quienes puedan ser de utilidad
para encontrar sentido a la vida.


(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)



lunes, 12 de febrero de 2018

ALMA DE GORRIÓN



ALMA DE GORRIÓN


En los últimos años de la infancia,
cuando el sol poseía luces mágicas
y la tierra colores de esperanza,
me gustaba pensar en el futuro
e imaginarlo como un universo
que crecía sin límites más allá de mi mundo.
Mis sueños poseían el alma de un gorrión
aficionado al vuelo desde el nido
que adornaba los días con proyectos
colmados de entusiasmo.
Quería resolver todas las dudas
de un cuerpo que crecía tan deprisa
como la hierba en primavera.
Quería levantar templos a la verdad,
superar las lagunas del saber
que alimentaban mi ignorancia.
Deseaba notar en mis arterias
los flujos del conocimiento,
hurgar en lo ignoto, comprender los perfiles
del mundo y de los hombres.
Conocer cómo eran las formas del amor
y el volumen de la felicidad.
Quería visitar los paisajes
que había tras el horizonte
e investigar los misterios del cosmos.
Pero, también me preguntaba,
cuánto tiempo tendría
para poder saciar mis ímprobos deseos.


(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)


sábado, 10 de febrero de 2018

UTENSILIOS




UTENSILIOS


Mis poemas son como objetos
que viajan del pasado hasta la página
igual que las saetas por el aire.
Son cántaros de anís y agua de lluvia,
guadañas afiladas en la sangre de la hierba,
calderos de aceitunas como ojos de la noche,
alforjas con melones al borde del camino,
esencias de romero y alfalfa,
conversaciones cerca de la Luna…
Los utensilios del recuerdo.

Mis poemas tan solo quieren
hablar para que el tiempo no se acabe
en la fiel rutina del tiempo mismo,
saber que estoy junto a mis palabras,
ni más cerca que sus vocales,
ni más lejos que sus significados.

Mis poemas valoran lo que tienen
porque conocen cuánto cuesta el alma
de quien pone su vida en cada verso.


(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
  

JOFAINA

JOFAINA


Hundo mis manos
en el agua remota
que contiene la zafa,
y desaparece la imagen
que dice más de lo que fui
para acercarse a lo que soy.
Llevo las manos húmedas al rostro
para poder sentir
el abrazo fraterno
del líquido que me alimenta.
Comprendo la distancia
que separa el recuerdo
de aquella taza de gran diámetro
que usaba para asearme.
Hubo un tiempo de aguas
sacadas de la aljibe
que me enseñó a pensar
lo que quería ser.
Lo hizo en voz baja,
sin que lo percibiera,
como el eco lejano
de una lección narrada en otra lengua
a la que ahora doy significado.


(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

miércoles, 7 de febrero de 2018

LA ALCUZA


LA ALCUZA


A veces me pregunto
de dónde viene
mi amor por lo sencillo.
Quizá provenga
de la necesidad,
aquella vil sustancia
que se gastaba lentamente
como el aceite de una alcuza.
Aquel líquido denso y oleoso,
producía milagros
en los cerrojos.
Gota a gota,
el regalo del árbol de la vida,
el néctar de los frutos más amargos,
hacía que lo inservible
tuviese un nuevo uso.
Hoy, igual que su aromática esencia,
el milagro se palpa en el espacio.
Las palabras que portan mis recuerdos
van rumbo a una sencilla lucidez,
como esas transparencias
que la vida regala
cuando ya no lo esperas.
Desvelan el milagro
que oculta lo complejo:
son el misterio de una identidad
que fluye con el líquido
ambarino de la inocencia.

(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)




VENDEDOR AMBULANTE


VENDEDOR AMBULANTE


Buscas el lado mágico del tiempo
y su facultad para ver las cosas
con la sabiduría de los años.
Te conviertes en un vendedor ambulante
de ultramarinos,
como aquel que apuntaba en su cuaderno
el crédito pendiente para el pago
de cuatro sardinas de bota.
Confirmas que desconocía
todos los pensamientos
del niño que observaba el carromato,
el misterio salino de los peces,
su ordenado sometimiento
al círculo de la madera,
y el frágil equilibrio de su peso
sobre el metal de la balanza.
Y sientes compasión por la inocencia
del niño que veía poesía en las cosas
y no advertía el truco
con el que el vendedor
sisaba en la pesada.
Te reconforta ser el mismo niño,
quien ahora deambula por las redes
ofreciendo sus peces de recuerdo,
sin engaño, ni truco, en su balanza.

(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

domingo, 4 de febrero de 2018

LA MÁSCARA DE MACBETH, de Mariano Valverde, por Antonio Ortega





RESEÑA SOBRE “LA MÁSCARA DE MACBETH” DE MARIANO VALVERDE, POR ANTONIO ORTEGA (DIARIO “LA VERDAD”, 3 DE FEBRERO DE 2018, SUPLEMENTO LITERARIO ABABOL).
Novela
Editorial Letrame (2017)

Las calles más peligrosas de la noche
Como a Macbeth, la ambición desbordante borra las fronteras de lo prohibido

La diversidad cultural de esta sociedad global posibilita espacios de interés a muchas inquietudes artísticas y estilos literarios. Así, la novela negra ocupa un lugar importante en la historia de la literatura durante buena parte del siglo XX y lo que va de este. De la Gran Depresión en los años 20, sin olvidar al precursor, Edgar Alan Poe, nace el subgénero, con Raymond Chandler, Simenon, Agatha Christie y Conan Doyle como estrellas planetarias. En nuestro país, desde García Pavón a Montalbán, Lorenzo Silva, Giménez Bartlett, Juan Madrid o Andreu Martín mantienen el interés de los lectores que esperan con avidez nuevas tiradas de aventuras de sus detectives, Pepe Carvalho, Bevilacqua, Petra Delicado, etc.
Ahora, el lorquino Mariano Valverde, con una trayectoria más que honrosa en el campo de la poesía, publica su primera novela, “La máscara de Macbeth”, haciendo honor al estilo narrativo, casi cinematográfico, de las mejores novelas policiacas.
El detective Pedro Colón, maduro, cansado y solitario, una pizca irónico, tiene que investigar quién o quiénes son los autores de varios asesinatos cometidos en los clubes nocturnos del distrito de Chueca en Madrid. Sus sospechas recaen en Inocencio, un actor de doblaje que quiere interpretar a Macbeth, Jeromo, un delincuente con ínfulas de capo madrileño y enamorado de Marlene, la estrella del espectáculo, Marc Foster, un ambicioso agente de artistas y Ava Chueca, una misteriosa joven que exhibe su belleza convulsa en el club Paradise.
Pedro Colón pronto se da cuenta de que bajo la capa impactante de la sangre, se esconden ambiciones diversas, secretos inconfesables y razones misteriosas. Los personajes son prototipos del género, que actúan según su instinto, sin reflexionar ni tener en cuenta la ética de sus actos, que ejecutan a su capricho o deseo, a su pasión o a su espíritu de supervivencia. El espacio urbano, nocturno, de la ciudad de Madrid protege las veleidades de los perversos. Las luces de neón y los sones de Sabina perfilan los pasos perdidos de aquellos que caminan detrás de una quimera o huyen de un maleficio. El lenguaje propio, de léxico duro y rotundo, de la calle, popular, sin digresiones ni pesadas reflexiones, se adapta a la acción y al diálogo, que acuña pinceladas de ironía, de crítica social o denuncia política —es el año 2014— para jugar al despiste con el lector y que no desvele muy pronto las huellas del crimen.
Mariano Valverde cumple con rigor las reglas del género policial que en su día expuso Todorov. Y nos guía sin aliento por las calles más peligrosas de la noche madrileña hasta la última puerta de la habitación más oculta del barrio que vigila Pedro Colón. Descúbrelo, lector. No te defraudará.

Antonio Ortega ©