lunes, 30 de abril de 2018

PRIMERO DE BACHILLERATO ELEMENTAL


PRIMERO DE BACHILLERATO ELEMENTAL


El primer año de instituto
fue una experiencia fascinante.
En las aulas, niñas y niños,
asistíamos a grupos diferentes,
éramos dos mundos enigmáticos
que se miraban de reojo
en los recreos.
El tío del chambi y su oro de vainilla,
apareció en la primavera
para endulzar los ratos de ocio.
La posada del Óvalo daba fonda
hasta la salida del autobús.
Los días eran un cuaderno
con tapas de colores,
las páginas de un libro entre las manos
y siempre nuevos retos que vencer.
Quería conocer la dimensión del mundo
que crecía hacia dentro,
comprender la naturaleza
de las sustancias,
la maquinaria de los hombres,
las ideas del niño que acunaba sus sueños
en nidos de palomas…
Todo pasó sin darme cuenta.
La vida, como mis recuerdos,
«fue sueño ayer, mañana será tierra».
Ya lo advirtió Quevedo y tantos otros.



(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)


DEBAJO DE UN ALMENDRO


DEBAJO DE UN ALMENDRO


Hoy las nubes cambian de forma,
son cauce de la sangre que corrió por mis venas,
se parecen a un hueso de manzana,
al silencio especial del universo,
a una forma concreta de espantar al insomnio.
El aire desorienta al tiempo
para poder notar los latidos del alma
que está debajo del almendro.
La piel que me recubre es la corteza
de una identidad nueva. No es la misma.
Aquella piel guardaba la brisa imaginaria
del hombre que hoy recuerda
el triste espejo donde brillaban sus anhelos.
Los ojos apacibles de mi cara,
miran hacia el presente, resuelven los enigmas
de un cielo sospechoso de nostalgia.
Debajo de este almendro imaginario,
conviven el niño y el anciano
con toda la experiencia de una vida.
Sus frutos ya poseen los aromas
de esta tarde de otoño.
Pasan las nubes,
igual que manzanas de bruma,
en completo silencio.

(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

domingo, 22 de abril de 2018

EL PUERTO DEL LEÓN


EL PUERTO DEL LEÓN

Un alba perezosa madura su color
en las costas del golfo de Egina
mientras despereza a la luz del mundo.
La humedad de la noche
construye su morada
en la madera de los barcos,
va dejando en las jarcias
señales de sal y de esfuerzo.
Las naves de la flota pasan por la bocana
con las velas henchidas
buscando los amarres del puerto del Pireo.
Sobre un promontorio de rocas
se eleva la figura de un león milenario
que observa a los hombres con su mirada pétrea.
La luz se difumina
en el puerto al que Temistocles
confirió su grandeza
para que fuese cuna de héroes
sobre las aguas del Egeo.
El alba se diluye entre las manos
de quienes convencieron a las olas
para que los dejasen ser sus dueños.
Hay una calma silente
en la materia del amanecer
que refleja en los elementos
su pacto de quietud.
Y sin embargo, más allá del cielo,
los dioses del Olimpo
conspiran sin descanso
con el destino de los hombres.


(Otra realidad)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)


sábado, 21 de abril de 2018

"EL AUTOR" EN CINECLUB PARADISO


“EL AUTOR” EN CINECLUB PARADISO

Desde hace muchos años, Cineclub Paradiso viene realizando una magnífica labor en favor del cine y de la cultura, que todos los lorquinos hemos de agradecer, reconocer y apoyar. Nos ofrecen la posibilidad de disfrutar en pantalla grande de un cine de calidad y que, en algunos casos, ya está fuera de los circuitos comerciales.
La temporada de primavera se ha iniciado con la proyección de la película “El autor” de Manuel Martín, con guion de Alejandro Hernández y el propio Martín sobre un relato de Javier Cercas, en la que el actor Javier Gutiérrez desempeña el papel protagonista. Nos presenta a un hombre que abandona su trabajo y a su mujer para encerrarse en un apartamento e intentar cumplir su sueño de escritor. Aunque la acción es actual, realista y con matices sociales, en algunos casos nos recuerda a La colmena de Cela. La acción fluye mezclando el drama principal con tonos de humor para ir componiendo una metáfora de la creación literaria que parte del fracaso personal y encuentra el camino en la observación de la realidad, y se atreve, incluso, a intervenir para modificar esa nueva realidad conocida y las vidas que rodean al personaje. Una película amena, que no oculta la profundidad de su mensaje y aunque, al final de la misma, quizá por mi propia visión creativa, yo hubiese continuado la historia porque quedan algunos flecos que no acaban de estar redondeados antes del desenlace que ofrece, merece la pena verla.
Ver cine supone tener la oportunidad de abrir los ojos hacia nuevos mundos, entrar en ellos, formar parte de unas vidas paralelas y, después, poder volver a la vida cotidiana con un plus de conocimiento. Esa nueva perspectiva hace posible poder notar la sensación de que nuestra vida es oro y de que viendo cine le damos brillo a ese metal. Y si, además, tenemos la oportunidad de comentar la película con amigos mientras tomamos unas cervezas, maravilloso.
Durante las próximas semanas, tendréis una cita con el cine en el teatro Guerra de la mano de Cineclub Paradiso. Y puede que, junto a vuestra butaca, encontréis el manuscrito del guion de vuestros sueños.

COMENTARIOS
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz ©


EL DILEMA DE OVIDIO


EL DILEMA DE OVIDIO

El viejo Ovidio mira hacia el papel
con la inquietud morando en su cabeza
como una musa airada.
Duda sobre si debe escribir lo que gusta,
lo políticamente más correcto,
o dejarse llevar por los estigmas
de sus ideas transgresoras.
Intenta concentrar sus percepciones
en lo que siente muy adentro,
en lo oculto de su alma.
Un tornado de temas agridulces
le exaspera la mente,
algo que lo arrebata, que hurga en su interior
buscando una túnica de palabras
para salir del ostracismo
y pasear a la vista de todos.
El  poema se mece con pudor
en la sustancia gris de su conciencia,
lo mueve la necesidad de ser
para no sucumbir en la nada profunda
de lo que no se dice.
La amargura de su destierro
va llenando de versos el papel.
Cuando la pluma cesa de rasgarle el alma,
contempla sonrojado
unas esquirlas de su propia carne
que poseen la forma creativa
a la que no podía renunciar
por nada de este mundo, ni del otro:
la metáfora de sí mismo.


(Otra realidad)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

miércoles, 18 de abril de 2018

LA MOVIDA 80-90 DE 2018






LA MOVIDA 80-90 DE 2018

Que la vida son dos días, ya lo sabemos; que hay que pasarlos de la mejor forma posible, también; pero encontrar eventos donde disfrutemos hasta el último segundo, no siempre es posible.
La pasada noche del 14 de abril, asistí a uno de los mejores conciertos que se ha visto y vivido en Lorca. Más de ocho mil personas pudimos disfrutar de la música de Ana Torroja, OBK y Camarote de los Hermanos Marx, en un concierto vital que nos evocaba la música de nuestra juventud y por el que parecía no haber pasado el tiempo.
La ubicación del evento en el Huerto de la Rueda, la infraestructura, los cantantes y, sobre todo, la gente, hicieron que resultase un magnífico espectáculo. Me cuentan que no hubo incidentes, ni urgencias, nada reseñable, doy fe de que todo transcurrió en un ambiente de fiesta y disfrute colosal. Sin duda, un gran éxito para la organización, a quienes felicito gratamente.
Fue una noche llena de sensaciones, emociones y recuerdos, que debe seguir prolongándose en futuras noches de Movida. Ahora, a por la próxima. Las luces de colores, los decibelios y la armónica atracción de la música y de los cuerpos, están deseando que llegue. Yo no me pierdo ni una. Y que me quiten lo bailao.

COMENTARIOS
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz ©
        

martes, 17 de abril de 2018

EL DESVÁN


EL DESVÁN

A menudo recuerdo con nostalgia
la que fue mi primera morada de los sueños.
El desván de mi casa era mi mundo.
Me bastaban tan solo
unas cajas dispuestas cerca de la pared
a modo de compleja estantería
para futuros libros,
dos envases de frutas, que traje de la finca
cercana a mi vivienda,
dispuestos boca abajo como mesa,
unas hojas de estraza y un lápiz afilado,
para pintar el cuerpo del silencio.
En aquellos espacios de la segunda planta
donde se aislaba el grano, tuve el valor de hurgar
en las arterias de la fantasía.
Intentaba poner en orden
el clamor de las tardes, el fuego de las siestas,
la quietud del misterio
de las primeras horas de la noche,
el paso de los días como obligado tránsito
hacia la juventud. Buscaba en el papel
el reflejo del cielo y el sabor de la tierra.
Y sentía el milagro del verbo en cada frase,
en la emoción escrita,
en los poemas de la soledad
que mitigaba con palabras torpes.
Deseaba poder ganar la luz
utilizando versos como escalas
para salir del fondo del pozo en que yacía,
hallar mi identidad y vencer al destino.
Era todo un presagio
del que aún no tenía ni lejana conciencia.


(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

PALOMAS


PALOMAS

Las palomas volaban
desde el palomar hasta los sembrados
igual que los ojos del niño
que fundía su ser con la tierra
para apreciar la vida
y nutrir sus alforjas con el hábito
carnal de la experiencia.
Hoy escribo la efímera belleza
de las formas silvestres de las aves
que hollaban el relieve
mientras buscaban granos de cebada.
Lo hago siendo consciente
del tiempo que jamás volverá al palomar
de la que fue mi casa.
Cuando pienso en aquellas instantáneas
de palomas en vuelo,
asocio sus colores grises y azulados
a una triste metáfora de mi realidad
alejada del verso de Machado:
«estos días azules y este sol de la infancia».
No solo es un conflicto de conceptos,
es una controversia de colores
entre lo que pintó el pasado
y lo que debió ser el color de los tiempos.
Como el color de las palomas,
los días poseían tonos grises.
Pero a pesar de todo, fueron años azules
que volaron con alas de palomas silvestres
más allá del recuerdo y de su tono.


(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados.
Mariano Valverde Ruiz (c)

domingo, 8 de abril de 2018

ROSTRO







ROSTRO

Hoy reconozco aquel rostro infantil
lleno de ingenuidad
que iba cada mañana al instituto
para aprender palabras con las que describirse,
aquellos ojos llenos de ilusión
que precisaban de otros ojos para quererse.
Hoy puedo comprender
la ansiedad de aquel niño
que leía en los libros las vidas de otros hombres
para poder amar la voz de los humildes,
las palabras tatuadas
en la piel oculta del corazón
que son huellas de las caricias
en la voz del poema.
Hoy puedo describir el rostro que se muestra
cuando discrepo a solas
con las imposiciones de la vida
y reconozco
a alguien que tal vez pueda disolver
las rocas del dolor
en la luz metafísica del agua.
Hoy siento que ya puedo
mirar al mar trenzando entre las olas
los pliegues de la herida
y convertir su retrato
en experiencia llena de esperanza
para quienes presientan la verdad
muy cerca de sus ojos.

(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

LLUVIA DE OTOÑO

LLUVIA DE OTOÑO

Me estoy viendo escarbar dentro del basurero
del viejo bar estanco de Los Jopos.
Me distraigo en la búsqueda de envases de cerillas.
Recorto los anversos de las cajas
y guardo los dibujos que me muestran,
con brillos nacarados, la existencia lejana
de otras formas de vida más hermosas.
Coleccionaba aquellas simples imágenes
como joyas de cambio,
servían de trueque con los amigos
que tenían algún objeto de valor
para cruzar las puertas que llevaban al juego.
Los hallazgos estaban
siempre a merced del viento del azar,
como ahora las gotas que empapan mi tejado.
Esta lluvia de otoño, que moja los recuerdos,
se parece al discurso de una melancolía
que no encuentra sus tejas para ir deslizándose
por los huecos del tiempo hasta su aljibe.
Es la carcoma gris de la nostalgia,
herrumbre que corroe
las vivencias de aquel niño obligado
a interpretar de frente lo que le tocó en suerte.
Con la lluvia se van los abalorios
de esa realidad que fabricó
las cuerdas que me atan a mi tierra.
Y quedan las palabras, como joyas de cambio,
para obtener las gotas de lluvia que no mojen
el orgullo de haber vencido a la miseria.


 (La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)