viernes, 26 de octubre de 2018

EL ALBA DEL VIKINGO


EL ALBA DEL VIKINGO

Sobre la cabeza del joven Eimar,
líder guerrero a quien Odín
ha otorgado la fuerza de su pueblo,
una gaviota vuela con destreza
marcando el rumbo del destino.
Va engullendo la brisa
y el esfuerzo del navegante.

Eimar deja tras él los espacios vividos,
la leve ingravidez de su sendero,
los mitos ancestrales
que presentan su mundo
como un árbol sobre la tierra
rodeado de mar
y del capricho de los dioses.

Su nostalgia se oculta
en la bruma de cada alba,
avanza sin remedio
por la cóncava masa de las nubes,
se recrea en sus coágulos
de vapor y de sombra
y regresa al corazón del joven
con el sueño de nuevas tierras,
conquistas y saqueos.

A lo lejos, otra gaviota
regresa a la orilla del mar
para posar sus plumas en la arena
y derramar su sombra
sobre el cuerpo del alba
que aún dormita en el suelo.

Muy cerca de la costa,
se perfila el destino de Eimar
en el forjado de la espada
que empuñará un soldado de la aldea
cuando Thor esté ya dormido.

Ni la fuerza del aire,
ni el mar con su opulencia,
ni el fuego redentor,
ni la tierra de sus ancestros,
podrán cambiar el rumbo
de su osadía.


(OTRA REALIDAD)
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Mariano Valverde Ruiz (c)

miércoles, 24 de octubre de 2018

EL NÓMADA DE LA ESTEPA


EL NÓMADA DE LA ESTEPA

Monta de nuevo sobre su caballo
mientras el alba lo contempla.
Sabe que su mayor gloria no está
en no caer jamás de su montura,
sino en levantarse del suelo
cada vez que se caiga y volver a intentarlo.
Observa con orgullo el horizonte
que espera su presencia
para ser capital de sus dominios.
Siente sobre su piel
la caricia del aire de la estepa,
la historia de su gente
que ha pasado de boca en boca
y nota la humedad de la hierba
que ha cubierto los huesos de su tribu
muy dentro de su cuerpo.
Lleva su hogar descrito
en cada gota de su sangre.
El cielo alza sus sueños
más allá de la senda de los pájaros,
hacia la luz crepuscular
que traza el sol cuando busca la noche.
Cada día supone una oportunidad
para llegar más lejos,
para leer la vida en los matojos,
en las aristas de las piedras,
en las formas del cielo, en el dorso de su alma.
Cuando llegue la noche
se abrigará en la tierra de la que forma parte
como fiel forjador de la aventura
que jamás tiene miedo a la derrota.  


(OTRA REALIDAD)
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Mariano Valverde Ruiz (c)


LA VÍSPERA DEL EMPERADOR


LA VÍSPERA DEL EMPERADOR

Le han dicho muchas veces
que cuide los mandatos de la tradición china,
que ejerza la justicia con templanza,
que respete los dogmas de sus antepasados
como norma de buen gobierno.
Durante unos instantes,
recuerda la figura de Qin Shi Huang,
su colosal muralla defensiva,
sus deseos de ser el patriarca
de la inmortalidad.
Medita sus palabras
antes de ser ungido con el poder supremo.
Su universo está dentro de la Ciudad Prohibida.
No conoce a su pueblo,
ni la realidad que condiciona
cada uno de sus actos.
Debe imitar los gestos de un hombre bondadoso
y reflexionar sobre el mal.
Y se pregunta dónde están los límites
que marcan su conducta.
De él dependerá decidir el futuro
de aquellos que ofendan a la verdad,
poner en práctica
su potestad de perdonar
a quien tenga conciencia de su culpa
pero sea incapaz de reconocerla.


(OTRA REALIDAD)
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Mariano Valverde Ruiz (c)

miércoles, 17 de octubre de 2018

MI VIDA




MI VIDA


Mi vida es un lentísimo poema
que busca la belleza
mientras expiran las flores del mal
en la égloga solemne de los días,
la visión contrapuesta de un paisaje gris
como argumento de un verso de Baudelaire
que aspira a ser azul purísimo.

Mi vida es un taller de vagas ilusiones
que se derraman en un papel de aire,
se debilitan en el vuelo
y mueren en la tierra convertidas en barro
tras salir los astrólogos del oro
de sus acaudalas buhardillas
para soltar a los perros urbanos
que ladran a las sombras.

Mi vida es todo el mar de los poetas
llevando la verdad en su oleaje,
el velero de Alberti, la palabra de Neruda,
la voz de Hernández y de tantos otros,
que se convierte en gota dentro de los océanos
que alimentan el alma de los hombres
sobre la superficie de todos los planetas.

Mi vida es la paloma
que viaja siempre al sur de todo mapa
buscando los valores que nutren la existencia.
Mi vida es tiempo alerta en un instante efímero,
el viento fugaz de levante
que viaja y muere donde ha nacido.
Mi vida es tan sincera
como el primer amor adolescente
que crece hacia la luz buscando las amarras
que dejen a su barco en buen puerto.
Mi vida es esfuerzo constante
para que el mal no llegue hasta los que amo.

Pero mi vida no será completa
si no defiende la cultura,
las palabras escritas y la voluntad creadora,
porque un día serán la parte del aire
que lleve mi huella,
el mensaje sincero, que olvidando los ojos
para acercarse al alma,
ya se haya convertido en esencia del viento.


(LA INTIMIDAD DEL PARDILLO)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)




LA INTIMIDAD





LA INTIMIDAD

Reverberan las luces del verano
en la tierra cubierta por la sombra
que proyectan las hojas de la higuera.
Entres luces y sombras se diluyen
los mutismos del ser sin referencias
que no tenía a quien pedir ayuda
para resolver lo que le afectaba,
y la complejidad de la naturaleza.
El niño busca higos mientras encuentra paz
y cree en el milagro de la vida,
en la magia ancestral que todo lo resuelve.
Se filtra entre las hojas
la luz de la esperanza.
Sin embargo, percibe, en la piel de los frutos,
nuevos interrogantes, nuevas dudas.
La verdad no premiaba sus esfuerzos
por comprender lo que sucedía a su espalda,
solo era generosa con la luz mediterránea
que iluminaba su desconcierto.
En silencio pidió a la luz del sol
su deseo más íntimo:
quería transformar en habitable
el entorno dramático que sufría.
Los años le enseñaron
que hacer realidad aquel proyecto
no estaba en sus manos
porque en toda una vida
no caben concesiones para algunos deseos
que solo son posibles cuando son un milagro.


(LA INTIMIDAD DEL PARDILLO)
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Mariano Valverde Ruiz (c)



LAS GARRAS DEL ALMA







LAS GARRAS DEL ALMA

La edad de la inocencia
se sucede a sí misma sin dar tregua,
mientras desaparece su materia en la nada.
Entre tanto, exploramos caminos de aventuras
que horadan los destellos de la vida
sobre prados de imágenes soñadas.
Nuestros pasos se pierden
por las esquinas del horizonte,
viajan acompañados
por las libélulas del tiempo
en nubes de algodón volátil.
De modo imperceptible,
nos inundan los ritmos cotidianos,
hilan su sed sonora,
mientras, por las ranuras del vacío,
pasa el aire de la obligación.
Y a veces, la ventana del sosiego,
aleja a las moscas grises de la angustia.
La vida, derramándose en cada segundo,
nos avisa de que todo tiene un final.
Entonces, despereza el alma,
y con sus garras de aire
atrapa las esencias de los años
en los que fuimos simples neófitos,
la inocencia de nuestra infancia,
todo lo que queda del niño que fuimos
para asirnos a nuestras propias raíces.


(LA INTIMIDAD DEL PARDILLO)
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Mariano Valverde Ruiz (c)


AUTOBIÓGRAFOS







AUTOBIÓGRAFOS

La biografía de un tiempo pasado
es una versión de nuestra memoria
que devuelve las voces silenciadas
por el ritmo frenético
que depara la vida,
la escritura del filo de las sombras,
una forma de ver de otro modo la luz
que nunca comprendimos
porque la estábamos viviendo.
Contiene la espiral de los recuerdos,
ráfagas de secuencias que nos duelen,
la sucesión de las vivencias
que fueron importantes
en un medio que no interesa a nadie,
los momentos de gloria,
la verdad más certera…
Cuando recordamos la infancia,
esa biografía a menudo nos descubre
los paisajes insólitos del diablo
de las mil travesuras
que como un perro ladra a las estrellas
la metáfora triste del silencio.
Pero siempre es la consecuencia
de nuestra vocación de autobiógrafos,
un intento baldío por reconstruir la vida
justo antes de marcharnos.


(LA INTIMIDAD DEL PARDILLO)
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Mariano Valverde Ruiz (c)

domingo, 14 de octubre de 2018

LA SENDA DE CONFUCIO


LA SENDA DE CONFUCIO

El maestro Confucio
transporta cada día un puñado de tierra
desde su aldea hasta la llanura.
Quiere levantar una gran montaña
sobre los arrozales
para meditar desde lo alto.
No cree que los dioses
construyan su atalaya
para observar al mundo
desde el interior de la mente.
Eleva la mirada hacia las nubes
y pide comprensión por su osadía.
Respeta la armonía con el cosmos,
el flujo natural de las estrellas
y los ciclos vitales de la Tierra.
Venera las costumbres
de sus antepasados,
las ideas y la sabiduría
que atesora la antigüedad.
Mientras camina,
ve cómo se derraman de sus manos
algunas motas de polvo.
Sabe que con los años venideros
se convertirán en una senda
que otros podrán seguir.
Será el ejemplo más humilde
para poder llegar a los preceptos
de la sabiduría de los hombres.
Cada mota de tierra y cada paso
construyen la fortaleza mental
con la que se levanta lo imposible.

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viernes, 12 de octubre de 2018

EL HANAMI DE KYOTO


EL HANAMI DE KYOTO

Cerca del gran sakura,
el cerezo que guarda
la memoria de sus antepasados,
Kyoto disfruta de su hanami:
la contemplación de las flores
y su belleza mística.
Observa el delicado vuelo de los colores
entre los aromas de la pureza.
Sus siluetas componen
una constelación de estrellas blancas
que se mueven en una galaxia
de rosados matices
con el mismo misterio que su vida.

Su futuro quizá fuese distinto
si pudiese cambiar las voces del pasado
o interpretar su destino
a través de las flores del cerezo.
Entonces compondría un haiku de esperanzas
sobre el manto rosado
que recubre los parques de su tierra.
Pero no puede.
La floración señala el momento preciso
para plantar arroz: el alimento
que dará de comer a su familia
y sentido a su suerte.

El cerezo es un ser sagrado,
el alma de los dioses late dentro del árbol.
Como una delicada lluvia de pétalos,
su alma cae al suelo antes de marchitarse,
son alientos teñidos con el rosa
de la sangre de los samuráis
que murieron junto a ellos
en el último instante de su efímera belleza.

La joven Kyoto sabe que ella es flor de cerezo.
Siente sobre su piel la caricia del pétalo
que simboliza el alma de su gente,
y dispone sus galas
para la ceremonia del té
con la luz de una geisha
que ha de ser fiel a su destino.


(OTRA REALIDAD)
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Mariano Valverde Ruiz

sábado, 6 de octubre de 2018

LA MUSA DE VALMIKI


LA MUSA DE VALMIKI

Valmiki observa desde la ventana
los movimientos de una joven en el jardín,
el sublime cimbreo de sus brazos
en perfecta armonía con la luz,
la belleza que le motiva
para escribir el Ramayana
con los signos del sánscrito.

Imagina al dios Rama luchando por salvar
a su bella esposa Sita
de las garras del mal que la retiene.
Teme por la codicia del demonio
y por la perdición de su virtud.
Lucha contra sus miedos
sobre hojas de nenúfares
para vencer sus obsesiones.

Desea ser el héroe que derribe los muros
levantados por Rávana.
Cree poder dar forma a los ríos,
relieve a las montañas,
volumen a las nubes,
color a la pasión,
verosimilitud a todo lo imposible.

Pide a su musa ser parte de la naturaleza,
tener el don creativo
que solo poseen los dioses
para escribir el poema más hermoso.

De improviso, la joven bailarina
descubre la mirada posesiva
del poeta Valmiki,
retiene la luz de los cielos
en el volumen de una lágrima,
y se aleja del sueño para siempre.



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Mariano Valverde Ruiz (c)