jueves, 22 de septiembre de 2022

MARZO DEL VEINTIDÓS

MARZO DEL VEINTIDÓS

 

 

Estos días parecen derramarse

sobre todas las cosas

como cortinas de agua

que caen sin cesar

desde hace dos semanas

y lienzos de calima

que lloran en los muros.

 

No recuerda un tiempo tan húmedo

desde que posee memoria

para recopilar todo el pasado

que ha conocido

en páginas de espuma

y en imágenes aleatorias.

 

El clima y el mundo

proyectan un ritmo de vértigo

sobre la secuencia del tiempo

que amenaza con la locura

de lo desconocido.

 

En el Este de Europa

campean la barbarie de la guerra

y todas las tragedias

que es capaz de crear el ser humano,

un germen que amenaza

la presencia del hombre

sobre la faz de este planeta.

 

Se siente muy indefenso

y duda que detrás de la ventana

los pájaros puedan alborotarse

con su grito de paz.

 

No va a salir de su vivienda

para poner su cuerpo

a la intemperie de la lluvia

y sus palabras en un alegato

totalmente inservible.

 

Se quedará contemplando

la sombra mutilada de la angustia

que se proyecta en las paredes,

esa esencia de las soledades

que habitan nuestra Tierra

a merced de la suerte,

las páginas del miedo

que se comprenden con el alma,

los rumores de los desiertos

con dunas de metralla,

el legado de la memoria

de las guerras del mundo

y sus crueles derrotas…

 

Intentará poner un orden adecuado

sobre sus sentimientos,

los temblores de las palabras

que adornan los espacios

de su pequeña alcoba,

y la verdad de su existencia.


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miércoles, 21 de septiembre de 2022

UNA PÁGINA EN LAS NUBES

UNA PÁGINA EN LAS NUBES

 

 

Escribir en el cielo

quizá sea soñar con imposibles

mientras se alza la luz

sobre los estíos de los veranos,

intentar describir

aquellas cosas que el silencio

llena de vida

o narrar lo que condiciona

los latidos de la serenidad.

 

Escribir en las nubes

quizá sea ver lo invisible,

rememorar la infancia

y el sosiego de los otoños

o diluir, mansamente,

los ojos en un blanco

de pura fantasía,

evitando esas nubes

de la realidad

que ensucian todo.

 

Escribir en el aire

quizá sea una forma de ser libre

para eludir la imposición

y su mampara de ceguera

o para sentirse, entre sueños,

como la Luna en el balcón del mundo.

 

Aunque, tal vez,

escribir en el cielo

en busca del tiempo perdido,

como dijo Marcel Proust,

no tenga trascendencia

en el hueco del mundo

que habita la memoria

y sea necesario

otro modo de ver las cosas.

 

Es preciso

escribir en la tierra

para que las palabras

ofrezcan el consuelo necesario

a quienes observan las cosas

con los ojos del corazón.


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PICHIRICHI

PICHIRICHI

 

 

Siempre que mira el espigón

de roca oscura

que separa las playas de Terreros,

imagina los restos de un cetáceo

fosilizado con el tiempo,

parece una ballena

que se quedó varada

a las puertas del cielo.

 

Habita en esa imagen

un fiel amigo

de la observación mágica

que pretende adueñarse

de las palabras vertidas

en cubetas volátiles

que afloran de la fantasía.

 

Pero, también es el refugio

del humilde artesano de los textos

que reflejan, sin miedo,

esas escoriaciones de la vida

arrojadas del fondo de uno mismo

que buscan la belleza

con lealtad a la existencia.

 

No solo es

quien imagina una ballena

varada en una roca

entre la Mar Serena

y las olas de Mar Rabiosa,

sino también quien decidió

aprender a mirar

dentro de su interior

para intentar decir cómo es su alma,

o cómo se ve el mundo

que le ha tocado en suerte

desde su pequeña atalaya.

 

Por eso, ahora,

piensa en lo que sucede

al otro lado del Mediterráneo

donde rugen las ballenas de acero,

dibuja una paloma

sobre la arena

y la echa a volar desde la roca

que le mantiene erguido

frente a todas las injusticias.


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martes, 20 de septiembre de 2022

TRES MONOLITOS

TRES MONOLITOS

 

 

Marzo regala un sol primaveral

a las plantas del parque

que se abre al cielo

cerca de los jardines

donde tres monolitos

marcan la luz del horizonte

con sus sombras enhiestas.

 

Junto a las tres señales

que proyectan las rocas en el suelo

con las siluetas de sus formas,

un hombre se pregunta

cómo solucionar

los errores de apreciación

que pueda cometer

al compartir su vida

sin abrir en canal el corazón

y abandonarlo a la intemperie.

 

Mira al pasado

y recuerda lo que leyó

en las páginas de la existencia

que dejaron los maestros

del pensamiento y la enseñanza.

 

Lo suyo también ha de ser de todos

para que quien quiera aprender

de la autenticidad y del esfuerzo,

pueda intentarlo.

 

Sus poemas tienen la cara

de los que escuchan

el Réquiem de Mozart

y les tiembla el corazón,

de los que tienen un sueño

con el que ganarse las nubes

que den sombra a su alma,

de los que buscan la verdad

sin miedo al escarnio.

 

Por eso escribe lo que siente.

 

Y después de que sus palabras

dejen extendidas sobre el papel

las señales de su camino,

tal vez, algún día,

las sombras de los monolitos

de este parque

digan a los humildes

que toda eternidad

equivale a la vida

de un hombre bueno.


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CERCA DE UNA LÁMPARA

CERCA DE UNA LÁMPARA  

 

 

En una esquina de su alcoba

hay una lámpara encendida

con una luz muy tenue

que ilumina el espacio

donde se oculta de la noche.

 

En ese pequeño reducto

hay un juego de sombras

que decora la estancia

con la intriga y el misterio.

 

En ese lugar se pregunta

dónde están las reglas del juego

que mantienen las sombras y la luz

sobre las cornisas del aire,

quién condiciona el desenlace

de la partida con sus trampas,

o por qué es tan difícil

describir sus fronteras.

 

Mira a su alrededor

y sigue observando con calma

cómo tiembla la luz

al filo de la oscuridad

igual que un cordero de niebla.

 

La sombra de la lámpara

camina delante de la luz,

pierde el paso en el techo

como una ilusión trasnochada,

igual que aquellas cosas

que nunca sucedieron,

esos dilemas de su vida

que quedaron sin resolver

atrapados en el pasado.

 

Respira con dificultad

entre las paredes de su cuarto.

 

No es el aire lo que le falta,

es el peso de su sombra

y el tiempo que mancilla

el brillo de la luz en sus palabras

lo que inquieta a su voz.

 

Ve la luz que se apaga

y le espanta el vacío

que queda tras la sombra.

 

El tiempo que le resta en este mundo

es un espejo de esa lámpara

que languidece muy despacio

consumiendo la luz.

 

Su sombra se aproxima a la nada

por el azar del juego

cuyas reglas aún desconoce

para cruzar una frontera

de la que nadie vuelve.


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