martes, 28 de julio de 2015

LA VIDA EXTRATERRESTRE



LA VIDA EXTRATERRESTRE


La NASA ha descubierto un planeta similar a la Tierra. Se trata de Kepler-452b. Sólo hay un pequeño problema: está a 1.400 años luz de distancia y con la tecnología actual tardaríamos en llegar aproximadamente 14 millones de años. Edgar Allan Poe nos diría que es demasiado tiempo para leer un cuento de un tirón. Ironías aparte, sin duda nos daría margen para escribir infinidad de cuentos, tantos que podríamos inventar otra realidad sobre el mundo actual y hasta creérnosla. ¿Pero tendríamos alguien a quien contarle nuestros cuentos cuando lleguemos a ese planeta de la constelación del Cisne?
Cada cuento responde a un chispazo breve de la imaginación del escritor, algo que se transforma en la necesidad de la escritura y que genera una historia completa, intensa y seductora para el lector. En el viaje hacia Kepler-452b habría muchos momentos para que se produjese ese chispazo, algo que sólo los hombres podemos hacer, ningún ordenador de a bordo nos lo facilitaría. Claro que un viaje de esa duración nos obligaría a cambiar todo para llevarlo a término. La natalidad estaría condicionada a las necesidades de la nave, también la educación, la convivencia, la religión, la filosofía, la alimentación… Y sobre todo, la afectividad o cualquier situación que pudiese crear conflictos con potencialidad para destruir el vehículo en que viajemos. ¿Cuánto cambiaríamos?
Y ahora imaginemos que ya estamos en la superficie de Kepler-452b, que es un planeta habitable y que está vacío, sin vida… Entonces, apoyados en la cubierta de la nave espacial, con la mirada perdida en el cosmos que hemos surcado y en el infinito cosmos que habrá por delante, sentiremos añoranza de nuestra Tierra y nos preguntaremos si no hubiese sido mejor quedarnos en ella y hacerla un poco más habitable.


ARTÍCULOS DE OPINIÓN
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Mariano Valverde Ruiz ©  
  




viernes, 24 de julio de 2015

QUÍMICA



Aunque a veces descubro entre mis pasos
el límite concreto del deseo
y la debilidad de la palabra,
creo en la efervescencia de la química
que nos convoca.
Cuando llegas a casa
circula un aire suave
por las esquinas menos conocidas
de nuestra arquitectura.
La emoción olvidada vuelve a ser
la esencia del furor que sobrevive
a la cizalla negra de la muerte.
El rumor del cariño inunda nuestros ojos.
El futuro es presente inaprensible
y los cuerpos se acercan con sigilo
a la profunda tierra
donde serán olvido las ausencias.


(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio.)
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Mariano Valverde Ruiz (c) 

martes, 21 de julio de 2015

LA DISTANCIA



Es yeso la distancia que no puede medirse.
Tu sonrisa. El amor que me regalas.
El consuelo. La urdimbre del remanso
que generas en mí y tal vez la esperanza,
han de alejarse un día.
Volverán las perpetuas nieves tristes.
Habrá abandono en mi casa por siempre.
Regresarán el tedio y la costumbre
al tiempo y su letargo.
No puedo imaginar otro destino
tan ancestral y tan terrible para el deseo.
Qué injusto es saberse perdido en el azar.
No puedo creer que todo termine
como una cruel sentencia 
sin derecho de apelación:
culpable de este olvido.
Nadie debe alejarse
sin que promedie un leve adiós,
un gesto simple, una mueca tenue,
el tacto al menos de esa exigua mirada
que descubre el camino sin retorno.
Pero vivir nos colma
de amargas despedidas en silencio.
Deseo que la nuestra
tan sólo sea la expresión
de una distancia momentánea.



(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio.)
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Mariano Valverde Ruiz (c)    

sábado, 18 de julio de 2015

CELOS



Ahora, cuando el silencio te traslada
con dulzura al cobijo de las sombras,
te noto diferente,
como si acariciasen tus cabellos
las manos invisibles
de otros hombres o cuerpos clandestinos
se deslizasen sobre tu dorsal...

Espera. No despiertes.
No te recubras con la máscara
de la disculpa, déjame ver dónde
termina tu deseo.

No me sientes. No estoy. Te abandonas
a la imagen diluida de tus sueños.
                          ¡Dios y yo qué!
Me consumo de celos por tus manos.
Con esos movimientos, qué persiguen,
qué poesía las reclama.
                          ¡No hagas eso!
No quiero mancillar este momento lúcido
que bucea en tus fondos abismales,
ni tampoco apartarme y que despiertes,
no me atrevo a mover ni un solo músculo
y, sin embargo...
                           se mueve.



(El deseo o la luz. Ed. Universidad de Murcia.)
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lunes, 13 de julio de 2015

DEFINICIÓN DE CUENTO EN LA ALHAMBRA



DEFINICIÓN DE CUENTO EN LA ALHAMBRA

Hace más de seis mil años, los egipcios nos legaron los primeros cuentos. Después hindúes, hebreos, griegos, árabes y otros pueblos, continuaron con la costumbre de contar hechos. ¿Pero cuánto de imaginación y fantasía hay en ellos? Ahora no nos preocupa cuál es la respuesta, lo fundamental es que esos cuentos nos llegan, nos emocionan y nos dibujan otros mundos. Son un guiño a la evasión y a la vez nos provocan una reflexión sobre los temas fundamentales de la vida. Y nos interesan.
Muchos definen los cuentos como relatos escritos en prosa de extensión corta. Cortázar sabía mucho de ello. Y Monterroso lo llevó a sus últimas consecuencias. Pero decir que los cuentos dan cuenta de algo, quizá sea la definición más exacta. Y eso implica precisión. Pero también son un juego para atrapar al lector. Es recomendable que se ciñan a un solo hecho que ocupe el espacio central de la narración. Y tener claro que no habrá cuento sin un personaje, un paisaje, una idea, y sin contar lo que le sucede a ese personaje.
Ahora imaginemos a Washinton Irving saliendo de su habitación en la Alhambra. Va muy pensativo. No encuentra una idea para escribir. Camina por los Palacios Nazaríes como un alma en pena. Se siente el ser más desgraciado del mundo. Sus pasos le llevan al Patio de los leones. Se queda mirando las esculturas mientras escucha el sonido del agua. Y parece escucharlos rugir a consecuencia del olor de la sangre de los hombres que fueron decapitados allí. Su cabeza es una de ellas, la de alguno de aquellos conspiradores que perdieron su vida por querer conseguir la belleza del palacio del rey. La está viendo sangrar cuando despierta en su cuarto, con los brazos apoyados en la mesa donde escribe, con el sudor frío de la muerte en su piel y con la alegría de estar vivo en el tintero, en la pluma y en el papel donde escribirá un nuevo cuento.

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martes, 7 de julio de 2015

OTRA CLASE DE CUENTOS



OTRA CLASE DE CUENTOS

El origen de los cuentos siempre estará asociado al cuento popular de tradición oral. Todos hemos podido imaginar escenas en las que alguien contaba historias al amor de la lumbre, en una plaza pública, en un salón o junto a la cama. Hadas, mitos, héroes, seres imaginarios, adornaron las historias en que la fantasía, la fábula y el ejemplo, se convertían en esencia de los sueños que permitían escapar de la realidad.
La costumbre de contar se enraizó en los hombres y más tarde surgió el cuento literario, la palabra se plasmó en el papel y la imprenta puso al alcance de muchos la posibilidad de gozar con los personajes y sus vivencias. Nuestra memoria recuerda el Decamerón o el Conde Lucanor y les confiere identidad. Luego, en una solución de continuidad, los siglos nos llevaron al cuento moderno, a Poe y a Chejov. Hoy, las posibilidades de hilvanar historias son inmensas, sólo basta mirar a nuestro alrededor y convocar a las musas para encontrar la inspiración. Y concretamos que tradición, literatura, realidad y ficción, son las paredes de la factoría de los cuentos.
Independientemente de cualquier clasificación que hagamos, el cuentista es heredero de la tradición y ha de ser fiel a ella, pero en sus manos está dar un paso hacia el futuro y hacerlo sin olvidar su enorme deuda con los antepasados.
Ahora, imaginemos a los hermanos Grimm en Stonehenge, sentados frente a un monumento de piedra de miles de años, quizá estén contemplando un amanecer semejante al que vieron los hombres que quisieron bajar las estrellas a la tierra para explicar su vida. Dejémosles contar un cuento donde la magia y la vida se fundan con las sombras. Cuando escuchemos el final, creeremos estar de nuevo al principio. Y nos preguntaremos qué clase de cuento une los mimbres de la fantasía y la realidad. También nos preguntaremos cuál es el origen de los cuentos. Y miraremos a nuestro interior. Acaso seamos un cuento que se reinventa día a día.

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sábado, 4 de julio de 2015

CARICIAS



Una carta sin sobre.
Un marzo que concluye con destellos
en los tallos violetas de las plantas.
Aquella luz que queda en la mejilla,
adherida a la piel,
sin nombre definido
ni fecha de caducidad.
Son múltiples las formas de emular
los gestos que aparecen y se ciñen
a la carne que enmarca una caricia.
Pero no bastan para concretarla.
Tus caricias son algo más etéreo,
la evidencia del tacto del cariño,
saetas que frecuentan mi conciencia
como tiempo que implora la dulzura.
Por eso necesito que me des con cautela
la luz que se desgrana de tus manos,
esa fosforescencia misteriosa
que parpadea dentro de tu cuerpo.


(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio.)
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Mariano Valverde Ruiz (c)

CIRCUNSTANCIA O DUDA



Una duda socava mi conciencia
como daga perversa
que toma cuerpo
con el primer peldaño del albor.
Al acecho, la voz de los recuerdos
indaga sobre tus silencios
y extrae los contornos del olvido.

No permitas que broten 
uvas amargas dentro de mis ojos,
ni que las conjeturas
eclipsen mi deseo. Si me quieres,
dímelo antes de que te lo pregunte.

No lo ves,  no lo notas,
cuando faltas en nuestro nido
nace el vil buhonero
que siembra de cizaña la razón
y convierte su enramado de espinas
en cautivas sensaciones
de tu absoluta indolencia.


(El deseo o la luz. Ed. Universidad de Murcia.)
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Mariano Valverde Ruiz (c)