martes, 29 de septiembre de 2020

SACRIFICIOS

 SACRIFICIOS

 

 

En los lugares más visibles

de los bosques mediáticos,

se ofrecen sacrificios

al dios de la vanidad.

 

Sucede cuando el tiempo

camina hacia las sombras

de la mano silente del crepúsculo.

 

Se prepara a las víctimas

para su minuto de gloria

con un guion de bruma,

se recubren con rímel

las luces de los ojos,

se decoran los labios de la vida

con volutas de humo

y se diseñan escenarios

donde todo se cambia

a voluntad del público.

 

Cuando comienza el espectáculo,

se falta a la verdad

con palabras hirientes,

se muestran las miserias

o se invita a bailar un vals

con las llamas de los infiernos

a las vivencias de los hombres.

 

Después, se vincula la suerte

de los sacrificados

a la indulgencia de los espectadores

y a su sentido estético,

y se confía en el olvido

para que cure las heridas

de los más agraviados

en el circo mediático.

 

Aunque algunos pregonen lo contrario,

nunca termina el espectáculo

para disfrute de las masas.

 

La voracidad de ese dios,

que envanece a los hombres,

no tiene límites,

y se han de ofrecer nuevos sacrificios

para que nadie piense,

ni un segundo tan solo,

que su propia miseria

forma parte del espectáculo.


Mariano Valverde Ruiz (c)

Todos los derechos reservados


 

 

DETRÁS DE LAS PUERTAS

 

DETRÁS DE LAS PUERTAS

 

 

En cada espacio conocido

hay una puerta que se abre

hacia otro lugar, otra dimensión,

quizá otro abismo inescrutable.

 

Pero detrás de cada puerta

hay nuevas perspectivas

de la realidad,

verdades que desconocemos

y que cambiarán el destino

de nuestros pasos.

 

Para poder seguir adelante

en nuestra senda diaria,

es necesario

cruzar otros umbrales,

dejar que nuestras sombras

sean el rastro

de un mendigo del pensamiento.

 

Hemos de convertirnos en personas

que viajen permanentemente

en busca de lo auténtico,

en seres que interpreten la verdad

como lugar de encuentro con los otros

y con su signo existencial.

 

Hay que dejar atrás

las dudas existentes

entre el ser y el no ser

que cada uno portamos

en la mochila del cansancio,

y seguir adelante

para poder llegar

a un espacio habitable

en el que nos hayamos olvidado

del miedo a los abismos.

 

De nosotros depende

cruzar las puertas

que condicionan nuestro espacio

para crecer por dentro.


Mariano Valverde Ruiz (c)

Todos los derechos reservados.

 

 

 

jueves, 3 de septiembre de 2020

EL DOLOR NO SE INVENTA

 

EL DOLOR NO SE INVENTA

 

 

No es posible hablar del dolor

de los hombres del bosque

ni de su cruel herida

sin que se haya sufrido

la mordedura de los años

en las entrañas.

 

El dolor no se inventa,

se ha de reconocer

entre la propia carne

como un estigma de la vida.

 

Ni tampoco es posible

intentar presentar el sufrimiento

como un cuadro de signos

pintado sobre un cristal de hielo.

 

Aunque lo pretendamos,

no es posible hablar del dolor

y tener la esperanza

de que el poema sea fiel

a lo que hubo antes,

a lo que hoy expresa la herida,

o a lo que será su yaga

cuando todo termine.

 

Para hablar del dolor

con algo de verosimilitud,

hay que intentarlo cuando todo duele

hasta que se está a punto

de perder la consciencia.

Y en ese instante

es completamente imposible

poder contarlo.


(c) MARIANO VALVERDE RUIZ

Todos los derechos reservados.


LOS POEMAS DE LOS HUMILDES

 

LOS POEMAS DE LOS HUMILDES

 

 

Aunque sus letras huelan

a café de achicoria

y tengan el mismo color

que un eclipse de luna,

los poemas de los humildes

tienen tanto valor

como los de tintas áureas

sobre papeles de misterio

y mensajes de bruma,

esos textos incompresibles

que beatifican los años

con su inefable pátina.

 

A su modo,

recuerdan los caminos

hacia la verdadera

razón de la existencia,

retan a todos los silencios,

hurgan en los recuerdos,

incitan a la mente

para que no duerma en las calles

y se hiele de frío,

alimentan la sensibilidad

y nutren la conciencia.

 

Los poemas de los humildes

tienen los pies sobre la tierra

y describen al mundo

como un lugar de paso

del que nada se llevan

con sus alas entre las nubes.

Son como un viejo sauce

al que ladran los perros

cuando llega el crepúsculo.


(c) MARIANO VALVERDE RUIZ

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miércoles, 2 de septiembre de 2020

ENTRE TODOS LOS HOMBRES

 

ENTRE TODOS LOS HOMBRES

 

 

Entre todos los hombres

que aún siguen luchando

por su vieja cabaña,

por los seres que nutren sus anhelos,

por vivir dignamente

y por su propia identidad,

 

entre aquellos que miran

con otra perspectiva

el lento movimiento de los astros

y el vertiginoso paso del tiempo,

 

entre los que comprueban con asombro

cómo cambian las cosas

en el mundo que habitan

y en la aldea de su alma,

 

entre todos ellos,

tal vez quede algún hombre diferente,

alguien que pueda ver más allá de las nubes

y más cerca de su interior,

alguien que pueda saber por qué oscurece

entre los árboles del bosque

unos minutos antes

de que la luz crepuscular

se pierda en nuestros ojos para siempre.

 

(c) MARIANO VALVERDE RUIZ

Todos los derechos reservados.

 

 

LOS COLONIZADORES

 

LOS COLONIZADORES

 

 

Que nadie eche la culpa

de todo lo ocurrido

en las tierras lejanas del planeta

a la codicia de los hombres.

 

Que nadie eche la culpa

de que no brillen las estrellas

con una luz poética

al poder de los vencedores,

ni a los muertos en la conquista

de las selvas del mundo,

ni a los invasores sin nombre

de los que ya no queda ni el recuerdo,

ni a los que nada dieron

porque querían el sol para ellos,

ni a los que ofrecieron su sombra

por un puñado de monedas,

ni a los que persiguieron el dorado

para salvar sus almas,

ni a los que besaron la tierra

antes que al resto de sus cuerpos,

ni a los que impusieron la cruz

sobre los corazones de los valles,

ni a las civilizaciones perdidas

en las montañas de los Andes…

 

Nadie tuvo la culpa

de que, desde las cumbres

del viejo Machu Picchu,

los dioses se llevasen

el don de la poética

hacia los confines del universo,

y abandonaran a su suerte

a los colonizadores del mundo.


(c) MARIANO VALVERDE RUIZ

Todos los derechos reservados

martes, 1 de septiembre de 2020

LOS INOCENTES SIN NOMBRE

 

LOS INOCENTES SIN NOMBRE

 

 

En las viejas mesetas

que fueron campos de batalla

durante muchos siglos,

hay lugares terribles

donde se guardan los despojos

de los inocentes sin nombre.

En esos campos yace la memoria

de lo que fue tributo a la vergüenza

de los peores seres

que habitaron el bosque.

 

Con su presencia inmóvil,

pretenden evitar

que se repita la locura

que ciega a los humanos

cuando van a la guerra.

Construyen el relato

de una victoria

sobre lo irracional.

 

Pero siempre se olvidan

de pedir perdón a los inocentes

que cayeron por nada,

a aquellos que arrancaron de la vida

como a hojas de olivo

que no sirven para molienda,

a los que murieron sin nombre

y dejaron sus cuerpos

tendidos en la tierra

como ofrendas a la discordia.

 

Ellos conforman los listados

de los daños colaterales

que nadie reconoce haber sufrido.


(c) MARIANO VALVERDE RUIZ

Todos los derechos reservados.

LA BEBIDA DE LOS DIOSES

 

LA BEBIDA DE LOS DIOSES

 

 

Durante los veranos calurosos

en los que arde la brisa en California

como una nube de helio,

hay quienes beben güisqui

en los claros del bosque

para apagar su sed y encender sus deseos.

Van vertiendo el licor de los magnates

en cubiles de plata

mientras disfrutan de la vida

acomodados frente a las bellezas

que mueven sus contornos

frente a los ojos del infierno.

 

Hay otros que escuchan en silencio

los cantos de los grillos

que acampan entre los zarzales

y buscan su fortuna

en una botella de vino

más allá de los muros

que separan la vida de la muerte.

 

A todos esos hombres

los distingue el licor que beben

y, aunque nadie lo crea,

tanto unos como otros

deciden sobre el bien

o sobre el mal que les conviene

aplicar a este mundo.

 

Mientras tanto, allá arriba,

el firmamento azul se desmadeja

en trocitos de algodón

que el viento riza a su capricho

para dar sombra al bosque.


(C) MARIANO VARVERDE RUIZ 

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