lunes, 7 de noviembre de 2022

ISLOTE DE TERREROS

ISLOTE DE TERREROS

 

 

Mantiene la mirada

sobre el islote de Terreros

y se pregunta por su rumbo

para poder llegar a puerto.

 

No sabe qué islas busca

ni a qué puertos quiere arribar

con su carga de fantasía.

 

Sigue a flote en su barco

como un náufrago agarrado al poema

como tabla de salvación.

 

Y el velero navega

a merced de las aguas,

de las mareas, de la Luna,

o de los elementos que la suerte

pone en su singladura.

 

En medio de un mar de contradicciones,

enhebra sus palabras

igual que un pescador

que prepara su anzuelo

mientras alza los ojos

y se deslumbra

con el clavel lejano de una nube.

 

Dentro del corazón

palpitan los recuerdos de su esfuerzo,

los años consumidos en la lucha

y, también, la zozobra del cansancio.

 

En su espacio interior

se alarga el volumen del sueño

hasta más allá de las olas

donde se perderán las cenizas del su tiempo.

 

Y sigue sin saber por qué razón

sus palabras aún anhelan

un destino seguro

donde poder quedarse para siempre.

 

Vuelve a mirar la roca del islote

como si fuese un trabajo de Hércules

que ha quedado inconcluso:

 

¡Cuánto esfuerzo

para satisfacer los deseos del alma!


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(c) Mariano Valverde Ruiz

 

 

EFÍMERO

EFÍMERO

 

 

Bajo un brillo de luna

sobre el Mar de Pulpí,

Efímero cubre sus mesas

con la llama de la esperanza

y el aroma de los sueños

que fluyen con el tiempo

que somos en la vida.

 

Los sabores de América,

el dorado del maíz,

la vibrante textura

de la fruta de la pasión

y el ritmo cadencioso

de todos los licores,

conviven con la luz fugaz

de los instantes eternos.

 

Y aunque todo lo efímero

posea la fugacidad

de ese tiempo que pasa

casi sin trascendencia,

también puede ser duradero

como el sol en el universo

o la luz entre la belleza.

 

No hay belleza posible

sin momentos de luz,

igual que perdura lo breve

durante mucho tiempo.

 

Y cuando nace el día,

los reflejos azules

que irisa el horizonte,

levantan palomas de espuma

frente a la terraza de Efímero

para que vuele la ilusión

en quienes abren sus persianas

a una nueva aventura:

como la vida misma.

 

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miércoles, 2 de noviembre de 2022

MAÑANA DE AGOSTO

MAÑANA DE AGOSTO

 

 

El sol es centinela

de la estela del tiempo

mientras sujeta las imágenes

de un verano tranquilo

al siseo de las cigarras

y al murmullo del agua.

 

La monotonía del aire

mece las buganvillas

con el germen de nuevos versos

que se suceden a sí mismos

como hileras de hormigas

sobre un cielo de nata.

 

El silencio se adueña

del polen de la mente

como los pensamientos

de las viejas neuronas

que ofrecen las ideas

a los labios del verso.

 

La música de las palabras

viaja por el papel

como un alegre canto

que no posee dueño.

 

La voz le pertenece al aire,

al espacio donde confluyen

los restos del dolor

con la luz de la vida.

 

Sobre las ondas del poema

se extienden las imágenes

de una nueva visión de lo que existe,

y también los retratos

de lo que no se ve.

 

La mañana es un poema

a la quietud del mundo

y al movimiento de lo inefable,

o, simplemente,

son palabras que aparecen de súbito

y se posan en el imaginario

de los días de agosto

para dar consistencia

al papel de cobalto

donde viven los sueños.

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EL CAMINO DE LA LUNA

EL CAMINO DE LA LUNA

 

 

La imagen que ha captado con su móvil

desde la orilla de la costa

es el reflejo de la magia

y la textura del momento

en el que la luna de julio

acaricia las olas

con sus mechones de oro.

 

Desde la arena

hasta la cara de la Luna

hay un camino iluminado

por el que pueden transitar

todas las ilusiones de la vida.

 

La senda posee una luz hipnótica

que proyecta en el interior

el origen de la esperanza

para los sueños más ocultos.

 

La esperanza confía en la verdad

para que pueda ser posible

que la realidad suplante al cielo.

 

Ese camino de la Luna

sobre las aguas del Mediterráneo

se parece a sus sueños.

 

Sabe que no es el único

que confía en la magia

de un instante de luz

sobre la costa de Mar de Pulpí

cuando la Luna dora la esperanza.

 

Y por eso camina con la mente

sobre la senda iluminada

con los brazos abiertos al destino,

como uno más de los que sueñan

con pintar un instante de oro.

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domingo, 9 de octubre de 2022

EL JARDÍN ZEN

EL JARDÍN ZEN

 

 

Observa con detenimiento

esos tres monolitos

que emergen de la grava

como antorchas de piedra

dentro del jardín Zen.

 

Ese espacio le ofrece

una conexión con la sencillez

de los elementos primarios,

es un lugar para encontrar

la esencia de uno mismo.

 

El tiempo ha limado las esquirlas

de los años difíciles

y ha cauterizado las heridas abiertas

en las batallas de la vida.

 

La experiencia ha hecho un poso

de nuevas enseñanzas

con las marcas de la realidad.

 

Hubiese preferido

que alguien con gran sabiduría

le hubiese iluminado

para no tropezar en tantas ocasiones.

 

Pero tuvo que hacerlo

con la soledad por escudo.

 

Ahora sabe que la única luz

que alumbra el camino

es la que proporciona

la meditación y el conocimiento.

 

Y puede que el siguiente

paso de su sendero

comience muy cerca del mar.

 

Es ese instante

estará cerca de su origen.

 

No pasará de largo por la vida

mientras pueda arrancarle un verso

a la materia del silencio.


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UN DÍA DE LLUVIA

UN DÍA DE LLUVIA

 

 

Llueve en la costa de Terreros

como un hecho extraordinario

que pintase los grises del cielo

con la humedad de la tristeza.

 

El oleaje elude el perfil del ocaso

cada vez que cabalga

a lomos de las rocas

para decorar el paisaje

con perlas peregrinas.

 

La espuma engulle

los filamentos del dolor,

colecciona las conchas del recuerdo

que más hiere

y se sumerge en agua

para encontrar al pez de la esperanza.

 

El hombre aún intenta eludir

el peso de las penas

y evitar el gesto silente

de la mordaza gris de la tristeza

que condiciona las voces del alma.

 

Pero el día tiñe de gris

el color fucsia de las buganvillas,

el verde desigual de los cipreses,

el blanco de la grava del jardín,

esa pureza de la cal

que el polvo sahariano

ha manchado de ocre terroso,

y su propia presencia en este mundo.

 

Ve caer el agua en silencio,

esperando que pase la tristeza de largo,

que pronto recupere el tono

para poder hablarle al mundo

como un hombre con algo que decir

a quienes aman la belleza.


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sábado, 8 de octubre de 2022

LA ATALAYA DEL DESTINO

LA ATALAYA DEL DESTINO

 

 

Levanta la mirada

hasta las últimas hojas

de la vieja palmera

que señala el camino hacia la playa

y observa sus siluetas

como si formasen una atalaya

desde donde poder acomodarse

para ver la luz del Mediterráneo.

 

Se pierde en las tonalidades

del azul que deslinda

los ocres matutinos

con que el tronco de la palmera

reta al color y al equilibrio

para componer con el aire

una canción nueva a la vida.

 

Si hay un destino para las hojas

de la vieja palmera,

es posible que sea hacer caricias

al cielo de Terreros

con las láminas de dulzura

que un día nacieron en los desiertos

del horizonte de Tabernas.  

 

Nunca creyó que su destino

estaba escrito de antemano.

 

Siempre pensó que su presente

lo iría construyendo él mismo

con lo poco que fuese arañando a la vida.

 

Pero de todos los destinos

a los que se puede aspirar,

hay uno que siempre teme.

 

No ha podido vencer el miedo

al fatal desenlace

que a todos nos espera.

 

Rememora cómo temblaba

cuando, en su infancia,

escuchaba contar

que alguien había muerto,

y notaba el dolor o la tristeza

en las personas ya mayores.

 

Entonces no sabía

la dimensión del hecho

que envuelve a toda muerte,

pero su terrible sospecha

le atenazaba y le sumía

en un temor desmesurado.

 

Para alguien que crecía

con la esperanza de vivir,

de abrir sus ojos

a un horizonte nuevo,

era muy complicado

aceptar la certeza de la muerte,

su callada presencia,

esa sombra que bifurca los caminos

de la realidad y del anhelo.

 

Y por eso,

aún se agarra a la vida

porque lo que hoy es,

solo es hoy y ahora.


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LOS MATICES DE LA ARENA

LOS MATICES DE LA ARENA

 

 

La tarde ya declina

y las sombras ofrecen a la vista

los matices de la arena

que la luz escondía con su fuego.

 

El aire lame las cicatrices

del hombre que deja pasar el tiempo

en la Playa de los Nardos

como habitante de la costa

que disfruta con el paisaje

de ese relieve solitario

que muestra el mar en noviembre. 

 

Recuerda los momentos

en que pensaba que su vida

solo era oscuridad, desasosiego

y lucha por la subsistencia,

cuando creía

que toda la naturaleza

de su entorno,

las sombras de la noche

y la fatalidad,

eran sus enemigos.

 

No se desmoronaba

e intentaba compensar

las terribles carencias

de aquellas años

con nuevas oportunidades

para el deseo

que fuesen mitad alegría

y mitad esperanza.

 

No había otro camino,

debía dejar atrás,

envuelta en la necesidad

del olvido,

aquella sombra de negra tristeza

que cercenó su juventud

y condicionó su existencia.

 

Ahora se siente orgulloso

de haber vencido a la oscuridad

y a todos sus engendros.

 

Mira de nuevo hacia la arena

y observa los surcos

donde la sombra se refugia

de las caricias de la tarde

para ir desapareciendo lentamente

entre los brazos del olvido

y la identidad de la noche.

 

Igual que hará su sombra

cuando llegue el momento.


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