GRIS
Y PLATA
Si
ponemos color a las nubes, hay que procurar que no ocupe todo el cielo. El azul
y su fuerza vivificante debe permanecer en la retina de todo aquel que alce sus
ojos hacia el cielo. Hay que respetar el derecho que tienen todas las miradas a
ver en el cielo una oportunidad para superar sus tristezas. Por eso, no hay que
pintar las nubes siempre del miso color, ni otorgarles propiedades que generen
inquietud o desasosiego. Ya está la vida para eso. Si se mira hacia las nubes
buscando un poco de esperanza y un camino hacia la paz profunda, o una
secuencia de visiones que nos lleve a hacer más tolerable nuestro día a día,
hay que permitir que los colores se mezclen en los ojos. Del blanco al negro
hay más de un universo. Y no es precisamente de grises. También puede tener la
dimensión de la plata sideral, un color inabarcable y acogedor para nuestra
insignificancia.
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