DEPREDADORES
El
planeta que nos cobija
demuestra
una imparcialidad
ante
los conflictos humanos
propia
de un ser vivo muy sabio,
de
infinita paciencia.
Siempre
espera
a
que quienes ofenden a los otros
y
provocan el drama
que
lleva a los conflictos,
pierdan
toda su fuerza
en
una estéril lucha
que
no conduce a nada.
Se
resumen milenios en un día
sin
que las mariposas lo perciban,
los
árboles lo noten
en
sus vestidos clorofílicos,
las
montañas lo representen
en
sus aristas de basaltos
ni
los labios de los cronistas
puedan
contarlo.
Y
sin que la Tierra intervenga,
se
destrozan los sueños
de
las gentes humildes
en
los campos de fuego
podridos
por las guerras.
Se
esquilman los recursos
que
nos dona el planeta
sin
pensar en que no hay otros
que
puedan suplirlos.
Se
devora el presente
sin
adoptar medidas
que
limiten el uso
de
lo que nutre la codicia,
ni
propiciar los medios
que
hagan posible la existencia
en
un futuro sostenible.
Pero
no son los hombres
los
que más sufren
los
terribles desmanes
de
nuestra esencia
de
animales depredadores.
Es
el planeta quien se indigna,
lamenta
su ternura,
afronta
nuestras agresiones
y
reacciona para seguir siendo
un
punto azul en el sistema.
Mientras
nosotros,
tan
solo seremos pasado
en
la historia de la Tierra,
una
mota de polvo
y
de insignificancia
en
la dimensión gris del universo.
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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