miércoles, 8 de octubre de 2025

HOMERO, ULISES Y BRAD PITT

 

HOMERO, ULISES Y BRAD PITT

 

 

No sé si será verdad o una invención con tintes literarios de algún empleado de Hollywood, el caso es que me contaron esta historia como verídica. Cuando a Brad Pitt le pusieron, delante de un café, un enorme tocho de folios con el guion de Troya, no sabía quien era Aquiles, su personaje, ni Ulises, ni Homero, el autor de la obra que daba fundamento a aquel guion cinematográfico. Así que, después de escuchar a su pareja, Jennifer Anniston, refunfuñar por bajines y advertirle, con tono de súplica, que no se propasara ni un ápice con las actrices del rodaje, tomó un sorbo de café, notó el amargo sabor del abismo donde se iba a sumergir, y se puso a investigar en internet.

Cientos de páginas tenían referencias acerca de lo que buscaba. Enseguida descubrió que Homero era un autor griego de hacía más de 2.700 años. La leyenda decía que su nombre provenía de “ho me horón” que significa: hombre que no ve. Había quien decía que podría tratarse de más de un hombre. Se especificaba que sus obras, la Ilíada y la Odisea, estaban entre las más importantes de la literatura universal. Ambas obras son epopeyas, consideradas como relatos reales, de época grecolatina y conforman la base de la literatura occidental. En Homero confluyen realidad y leyenda. Sobre su autor, varios lugares de Grecia reclaman su nacimiento: la Isla de Quíos, Atenas, Rodas, Salamina… Se cree que murió en la isla de Íos.

La Ilíada cuenta la guerra de Troya. Consta de más de 15.000 versos hexámetros. Describe los sucesos de los últimos 51 días de una guerra que duró diez años, La cólera de Aquiles es el hilo conductor. La guerra se originó por el rapto de Helena, esposa de Menelao, rey griego, por parte de Paris, príncipe troyano. Supone una gran puesta en escena de todas las miserias y virtudes humanas, junto al amor y la muerte. Y terminó con un engaño que ha quedado como ejemplo de argucia durante siglos.

La Odisea, compuesta por 24 cantos, cuenta el regreso de Ulises a Ítaca, isla de la que era rey, después de estar luchando 10 años al lado de Aquiles en Troya. El trayecto, que podía haber sido de pocas semanas, duró otros diez años. En ese periodo, su mujer, Penélope y su hijo Telémaco, tuvieron que hacer frente a los pretendientes de Penélope. Ella, por la noche, desbarataba lo que había tejido durante el día, pues había prometido casarse cuando terminase su tela. Ulises se enfrentó a los designios de los dioses y a cientos de obstáculos y tentaciones, como el de Calipso, una hermosa diosa que le ofrecía la eternidad en el placer si permanecía con ella.

Después de hacerse una idea de la magnitud de la obra y de la dificultad que entrañaría la interpretación del gran guerrero Aquiles, Brad Pitt pensó en todas las guerras de Troya que llegan hasta nuestros días, en la naturaleza humana y sus conflictos, en el eterno dilema de la inmortalidad, en el destino, en el amor… Respiró con algo de confusión en la mente. E intuyó que el instinto de supervivencia del género humano siempre termina por abrirse camino ante todos los retos de la existencia.

 

Mariano Valverde Ruiz (c)

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miércoles, 1 de octubre de 2025

REDENCIÓN, DE JUAN MIGUEL MURCIA MERLOS

 

REDENCIÓN

JUAN MIGUEL MURCIA MERLOS

NOVELA

EDITORIAL ECU (2025)

 

La realidad está ahí para vivirla, para sacar lecciones de ella y para contarla. Sapere aude, ¡atrévete a saber!, escribió Horacio, invitando a usar la razón y el pensamiento crítico para liberarse de ataduras. Alentaba de ese modo a tener el valor de enfrentarse a las cosas a través del conocimiento. Y eso hace Juan Miguel Murcia Merlos (abogado, empresario y terapeuta) en esta magnífica novela existencialista que pone de manifiesto un drama que afecta a más personas de las que creemos.

Redención es una novela escrita desde la experiencia, con espíritu de superación, de valentía, de compromiso, un texto que, a pesar de la crudeza de los hechos que relata, tiende la mano con un mensaje de esperanza para poder superar el dolor y la pérdida.

La técnica narrativa con que ha expuesto el drama de la ludopatía es adecuada a lo que se cuenta. Son capítulos cortos, de estilo directo, sin ambages ni adornos innecesarios, rotundos… Una narrativa trepidante, con un vocabulario actual y una trama que lleva al lector en volandas hasta el capítulo final. Se describen los hechos de forma pormenorizada, da la impresión de que son fieles a la realidad. El autor hace un recorrido por la época de las máquinas tragaperras, del póker, de los casinos, del juego libre en internet, y de las puertas al abismo que estas actividades abren permanentemente a quienes son presa del juego.

La novela relata una experiencia vital desgarradora centrada en Salva, el protagonista, y en todo lo que le rodea. Los personajes que acompañan al protagonista forman parte de la dinámica de los hechos y acentúan el dramatismo a medida que el relato avanza. Nada sobra y nada falta.

Además de los valores literarios, Redención es mucho más que una novela. Es un acto de valor y un instrumento para salvar vidas. Supone una crítica feroz contra los que hacen del sufrimiento ajeno un negocio. Es una lección magistral apta para todos, porque nadie está libre de verse atrapado en esta lacra social. En este mundo convulso y acelerado, hay que mantener la esperanza. Kant hizo de sapere aude (el reto que nos lanzó Horacio hace dos mil años) el lema central de la Ilustración y de la búsqueda del conocimiento. Por tanto, admitir que hay un problema, conocerlo y afrontarlo, es el primer paso para poder alcanzar la “redención”.

Como tantas cosas en la vida, casi todo comienza con la voluntad de compartir lo que se ha aprendido para que otros no caigan en el mismo error. Ya lo decía Quevedo: “Llevar parte del leño soberano / es a la redención, que los espera, / llevarte tus pecados con tu mano”.  

En definitiva, recomiendo la lectura de Redención por todos los valores que acompañan a esta novela y me sumo a los deseos de su autor: “Por un mundo sin juego, un mundo mejor”. Por tanto, atrévete a saber, amigo lector, y adéntrate en la conciencia crítica de quien busca la esperanza entre los rescoldos del fuego que le ha abrasado.

Mariano Valverde Ruiz


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Mariano Valverde Ruiz (c)

domingo, 7 de septiembre de 2025

MAR EN CALMA

 


MAR EN CALMA

 

Hoy es uno de los últimos días de agosto. El emperador romano que dio nombre a este mes nunca imaginó que, unos cuantos siglos después, alguien estuviese hablando de él mientras camina hacia la playa. Estoy solo en la travesía que me lleva hasta el límite de las olas, igual que el emperador. Tampoco sabe que estoy pensando en la naturaleza de las cosas quien dijo que escribir es una forma de dar sentido a la soledad. En la orilla de la playa, una calma inusual moja los pies de los bañistas con la humedad de la belleza. El agua pone adjetivos a la mañana. Los peces no saben lo que piensan los pájaros entre las ramas de los cercanos pinares. Tampoco les importa. Mientras tanto, hay ausencias que buscan con ahínco las raíces del alma. El pensamiento lo sabe y los sentimientos describen matices de esas ausencias como gotas de agua sobre la arena. El sol ilumina el paisaje con la luz de su cuerpo. El aire mesa los cabellos de los árboles. Y un mar de plata se tumba en el horizonte para que el aire le rice la piel.


Mariano Valverde Ruiz (c)

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sábado, 19 de julio de 2025

TAREA

 


TAREA

 

Recuerdo que una vez imaginé cómo sería el mar y lo vi como algo sin fronteras. Era muy pequeño y mi imaginación no daba para mucho. Vivía en un entorno rural lleno de limitaciones y de ausencias. De vez en cuando, un hombre con una moto traía pescado para vender a domicilio. Entonces supe que aquellos pequeños peces venían del mar. Años después, volví a imaginar cómo sería el mar. Lo hice mientras leía un poema en una enciclopedia que había en el colegio de Las Norias. Era el único libro que teníamos además de las palabras del maestro: nuestros ojos al mundo. Imaginé cómo sería ese espacio inmenso y azul, esa dimensión donde todo pone horizontes a la vista; imaginé cómo sería sentarse al borde de sus orillas, cómo sería respirar el aire que circulara por la playa…  ¡Tantas cosas! Pero nunca le puse el brillo de la sal a su espuma ni el poder curativo del universo al azul profundo de su complicidad. Eso era tarea de un poeta y yo, aún, no sabía qué significaba esa palabra.

Mariano Valverde Ruiz (c)

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LA IDENTIDAD DE UN POETA


 

LA IDENTIDAD DE UN POETA


Un instante puede ser el reflejo de la eternidad. La tarea de alguien que escribe es atrapar la dimensión de un instante cualquiera. La vida no perdona y los momentos pasan, se transforman, adquieren otra dimensión y otras características muy diferentes a las que tuvieron durante un instante ya pasado. La identidad de un poeta no solo se aprecia en su vida, también en la capacidad de atrapar esos instantes como gotas de oro, como minerales raros o nubes de brillantina con cualidades volátiles. La identidad de un poeta ha de verse no solo en lo que escribe, sino, también en la memoria de los que le han leído. Hay tantos poetas que no han sido leídos por quienes aman la belleza como instantes perdidos en el olvido de las generaciones actuales, de las pasadas y de las venideras. Tal vez esa sea la verdadera identidad del poeta: algo inexplicable y etéreo que llamamos olvido e intrascendencia.

 Mariano Valverde Ruiz (c)

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miércoles, 4 de junio de 2025

LUCES INDIRECTAS

 


LUCES INDIRECTAS

 

Cada día de nuestra vida, las cosas cotidianas se disponen en línea recta ante el tiempo. Son una cadena de obstáculos que se levanta ante nosotros cerca del desfiladero por donde caminamos. Descansamos durante la noche para poder afrontar un nuevo reto cada mañana. Y lo hacemos igual que un nativo de las estepas asiáticas, un mandinga africano, un minero chileno o un astronauta en la Estación Espacial Internacional. Todos los hombres resolvemos el misterio del mundo a nuestra manera. Para cada uno amanece cuando sale su sol. Lo demás son luces indirectas: una forma de ver la claridad a través de otros ojos.

Mariano Valverde Ruiz (c)

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ECO

 


ECO

Pensamos que es una onda de sonido que se refleja en una superficie y vuelve hacia su emisor para ser percibida de forma diferente a como fue generada. Pero es algo más que eso. Todo eco es el referente de una voz al borde del precipicio, el fragor de la palabra junto al acantilado, un impulso que posee la virtud de crear la fuente del misterio. Al fondo está el suelo firme, la piedra angular, el mar y su resaca, los papeles quemados, lo nunca dicho, lo que la vida guardó en un armario… La voz repite sin cesar un mensaje al mundo que no recibe la respuesta esperada. El mundo tiene su propia voz. Y su eco está en el universo.

Mariano Valverde Ruiz

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