AGRADECIMIENTO
Hay
escenas que se enfrían en la mente,
se
convierten en meros fotogramas
del
paso por la infancia,
que
portan el barniz de los olvidos
donde
la luz contempla personajes
de
los días que forman el pasado.
Son
sombras inasibles de una realidad
que
combaten por ser presencia adentro
con
otras que vi con mis propios ojos.
Son
hechos que tuvieron un papel importante
en
momentos precisos de mi historia
aunque
no los viviera. Por eso rememoro
una
escena en la tarde del octubre
que
anunciaba el comienzo de mis años.
Un
hombre pedaleaba debajo de la lluvia.
Iba
desde los míseros campos de los cincuenta
hacia
los arrabales de la ciudad de Lorca.
Dieciséis
kilómetros de caminos
para
buscar una matrona
que
me ayudase a ver la luz del mundo.
Se
llamaba Matías. No recuerdo su rostro.
Tengo
una vaga imagen recubierta de pana
con
una voz de tonos muy trabados
en
el timbre de las palabras.
Era
un hombre sin suerte que terminó sus días
preso
de la ignominia y la tristeza.
Sé
que en aquel lunes veintisiete
sufrió
bajo la lluvia muchas horas
para
hacer el favor que le pidió mi padre.
Agradezco
su esfuerzo con mezcla de cariño
y
dolor por el triste desenlace
que
la fatalidad dio a sus años.
En
mi poema quedan sus huellas en el barro
como
luz generosa, una verdad escrita
sobre
la negra hoz que segó su recuerdo.
(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
No hay comentarios:
Publicar un comentario