En juegos de placer bajo las sábanas
puse almizcle en tu cuello.
Lo guardaste en las venas con cuidado,
igual que una señal profunda.
Lucen a veces mis sienes de lobo
criado en la estepa todo el esplendor
del fuego que dilata las hormonas:
reflejan la codicia de tenerte.
Cuando me llega nítido tu aroma,
ese signo iniciático
del terreno marcado, soy gen puro.
Busco entonces tus senos
como a suaves vituallas
para que nutran mis labios de alimento
y los encuentro llenos de energía,
de grosellas maduras coronados.
Yo poseo tu alado cuerpo muy lentamente.
Brilla la luz del alba
y termina el invierno
en tu piel boreal, dulce calandria.
(El deseo o la luz. Ed. Universidad de Murcia)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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