UNA
IMAGEN DE OTRO TIEMPO
Observa
cómo juegan unos niños
en
el parque infantil
que
hay junto al paseo de la costa.
Son
cascabeles de alegría
que
matizan la tarde
con
el sonido azul de la inocencia.
Aparece
en su mente
una
imagen perdida en otro tiempo
que
se abre paso con la luz
que
dejan las cortinas del aire.
Recuerda
aquel niño ignorante
que
se asomaba, siempre con asombro,
a
la vida y a las letras
que
explicaban las cosas
que
no entendía.
Como
ejercicios de palabras
que
jugaban a buscarse entre sombras,
escribía
en el aire de la tarde
sus
primeros poemas.
Y
se perdía entre las nubes
como
quien busca tras los viejos visillos
toda
la arquitectura
que
compone esta tierra.
Buscaba
en las palabras
todo
el mar conocido,
era
viento en los montes,
silueta
de las olas,
marea
y mar de fondo
en
las aguas de su imaginación.
Sus
sueños eran dulces
como
los labios del azúcar,
mientras
su realidad
era
una losa de miseria
tan
dura como el mármol
que
decora una muerte presentida,
irremediablemente
eterna.
Y
a pesar del paso del tiempo,
todavía
se reconoce
en
aquel niño solitario
que
alargaba la tarde,
la
longitud de sus latidos
y
el ritmo de sus versos,
para
que confluyesen
en
la luz remansada del crepúsculo
con
todos sus anhelos.
Ahora,
se
queda ensimismado
en
aquella imagen lejana
de
su triste infancia,
e
imagina que pudiese jugar
en
un parque sin tiempo
con
esa alegría que la inocencia
reserva
para cuantos son humildes
durante
toda su vida.
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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