domingo, 18 de noviembre de 2018

EL MERCADER DEL MEDITERRÁNEO


EL MERCADER DEL MEDITERRÁNEO

Atardece a lo lejos entre luces violáceas
y sombras de ceniza.
El albatros gira en el aire
y bifurca la imagen
que la Estrella del Norte
deja frente a los ojos de Giovanni.

En torno al barco,
las aves van dejando entre las velas
canciones olvidadas
igual que testigos melódicos
de las viejas culturas.
Sus gorjeos poseen
tonalidades con sabor a brea,
a aceite, a salazones,
a garum, a tinajas de encurtidos,
a crisol de ambiciones personales
y a rumor de codicias en lenguas diferentes.

Ajeno al pensamiento del marino,
el albatros se eleva muy despacio,
se mira en el espejo de las olas,
se desliza en el aire,
es pluma que lame la brisa
solapando su imagen con la del horizonte.
Giovanni ve, en el vuelo del ave,
augurios de metales plateados
y compone caricaturas
que tienen la verdad de su pasado
con la rosa del viento
que guía su fortuna.

El mar Mediterráneo
cubre de azul purísimo la distancia
que lo separa de Venecia.
Mientras su buena estrella
recorre los alvéolos del aire,
el mercader de sueños
olvida las afrentas
de los seres ruines sin escrúpulos,
y confía en el noble beneficio de su trabajo.
La vida pone a cada uno donde le corresponde.
Mira hacia el cielo
y encuentra su equilibrio en las estrellas
que guían su barco a buen puerto
como lo hacen los sentimientos nobles
con las razones ocultas del alma.

Nada ha cambiado en siglos.
La misma estrella luce por el Norte.
El aire silba entre las jarcias.
Se escucha el quejido de las maderas,
el rumor del destino entre las olas.
Y se atisban las sombras del misterio
en las costas lejanas
para quien viaja siempre con la bodega llena
de buenas intenciones.


(OTRA REALIDAD)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

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