La tarde es una estela a barlovento.
El mar y su oleaje: tarde azul
tumbada en la escollera de dos cuerpos.
La estela de los besos: exacta dimensión
del aire de la tarde ya fundido.
Todos los vientos marcan el rumbo del amor
sobre los pliegues húmedos del mar.
Los abrazos calientan el aire de la costa.
Tus ojos: vela a brisa de levante;
los míos: nave en tu pecho escorada.
Nuestro amor es océano bramando.
No hay playa que contenga esta marea.
Al costado del barco el viento empuja.
Abrazos en la tarde que son el mar bravío.
Mar y cuerpos definen cada impulso.
Nos amamos al filo de las olas.
(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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