miércoles, 10 de noviembre de 2021

CANTARRANAS

CANTARRANAS

 

 

Todos los que escriben poemas

buscan un lugar especial

para que fluyan las palabras

que dan contenido a su vida.

 

El hombre del poema

cree haber encontrado

un lugar en la costa

donde la luz escriba entre sus dedos

una canción para el futuro.

 

Lo han hecho posible

una confluencia de hechos,

de emociones profundas

y decisiones acertadas,

junto con unos toques singulares

de esa magia del cosmos

que hace realidad

lo que parece inexplicable.

 

Ahora está tumbado en una hamaca,

dentro del patio de su casa nueva,

con los ojos perdidos

en las estrellas

que matizan la noche

con un paisaje iridiscente

de paz y de sosiego.

 

Cruzan el cielo, de forma imprevista,

veloces luminiscencias

que señalan los márgenes

donde se acota el espacio

de una vida de esfuerzo y adversidad.

 

Las lágrimas de San Lorenzo

decoran el espacio con instantes de luz

que las Perseidas donan a la noche

de quienes alargan su vida

con la ilusión de sus anhelos.

 

Detrás de los cipreses,

se escucha el croar de las ranas

como una trova monocorde

que se proyecta sobre las orillas

del estanque que ocupa el centro

de un jardín japonés.

 

El canto de las ranas

parece estar colgado del mismo aire

que aproxima el sonido de las olas

hasta el patio de la vivienda.

 

El hombre nota el suave movimiento

con el que el agua del Mediterráneo

acaricia la costa y sus sentidos.

 

Respira lentamente y percibe el aroma

con el que las praderas de algas

impregnan de energía al mar,

al aire de la noche y a sus proyectos.

 

Ha cerrado un círculo y está abriendo otro

donde las lejanas raíces  

de sus antepasados

se alimentaron del esparto,

del mar y de la tierra.

 

Su lugar en el mundo

comienza a tomar forma en un espacio

tan blanco como su pureza,

tan verde como su esperanza,

tan azul como su constancia

tan dorado como el esfuerzo,

y tan rojo como la sangre

que se mueve por sus venas.

 

Y desde este lugar maravilloso,

viajarán las palabras por el aire

como lo hacen los astros,

las olas que besan la arena,

o el canto de las ranas

que dan nombre a su casa,

igual que le dieron cobijo

a los hermosos sueños de su infancia.

 

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