SERENGUETI
El
norte de Tanzania
y
el sudeste de Kenia
son
una planicie sin fin,
un
espejo del cosmos
con
cabellos de hierba
donde
la vida cambia de organismo
en
una lucha atroz
por
la supervivencia.
El
rey de la sabana
compite
con sus adversarios
frente
a los matorrales
y
el dorado horizonte,
igual
que un fiero nómada
de
las naranjas del crepúsculo.
Millares
de ñus migran de sus tierras
tras
los aromas de las aguas,
van
buscando nuevos colores
con
la muerte acechando
bajo
una luna de platino.
Y
todos los seres se enfrentan
a
sus depredadores
con
la ley del más fiero
marcando
sus destinos
con
una silueta de sangre.
En
la Garganta de Olduvai,
los
ancestros de los homínidos
vagan
entre las sombras
con
los rostros cubiertos por el miedo.
Muy
cerca de sus tumbas,
los
pastores Masai
miran
hacia los cielos
suplicando
a los dioses
lo
que todos ansiamos
en
cualquier parte del planeta:
una
lágrima de las nubes,
una
taza de leche
y
una tierna sonrisa
que
nos caliente el alma.
Dentro
del Serengueti,
tanto
la vida
como
la muerte,
se
parecen a la esencia del mundo.
Nada
ha cambiado
en
miles de milenios
por
dentro de la médula del tiempo
y
de las venas de los hombres.
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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