domingo, 17 de enero de 2021

LA LLUVIA

 

LA LLUVIA

 

 

En algún lugar del espacio

cercano a nuestra Tierra,

hubo un tiempo de luces imprevistas

en el que los destellos

de la lejana Andrómeda

izaron antorchas celestes

sobre la noche gris de Machu Picchu.

 

Entonces se produjo

la condensación de la atmósfera

y el vapor de agua

se convirtió en las lágrimas del mundo.

 

Surcaron el espacio de la Tierra

enormes veleros de espuma

y cubrieron el planeta

desde la misma Antártida

hasta los continentes emergidos

de las simas de los océanos.

 

Al precipitarse sobre el suelo,

el agua de la lluvia

había dejado en el mar

su corteza de sal y sus hojas de muerte.

Llevaba en su materia

la pureza del cosmos

y el alimento de las plantas.

 

El agua dulce

decoró las montañas y los valles

con túnicas selváticas

de un verde semejante

a las luces de Andrómeda.

 

Ese llanto del cielo

era lo que el planeta precisaba

para que creciesen las raíces

de los árboles

y naciesen las fuentes de los ríos

que asemejamos a la vida.

 

Tuvimos el nivel de lluvia necesario

para que se activara la génesis vital

y la naturaleza fuese cuna

de la biodiversidad.

 

Las lágrimas del cielo

siguen cayendo

sobre nuestras tristezas

para que recordemos

que nada permanece y todo cambia.


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