Quizá pienses que debo
desalojar mis labios
de las aristas dulces de tu pubis;
quizá lo desees para que descubra
cómo tiembla tu sexo. Ya conoces
la fuerza del deseo y su destreza
para crear con vello endecasílabos.
También sabes que quien ordena el circo
de tus pasiones es mi caprichoso
sentido del desorden.
Deja pues que el silencio distorsione
los suspiros, no pienses nada más
y comparte tus labios con el poema.
(El deseo o la luz. Ed. Universidad de Murcia)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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