PERCEPCIÓN
Una
enorme gasa húmeda cubre el horizonte. Los labios dibujan una extraña sonrisa.
Hay un placer oculto en la percepción del paisaje difícil de precisar con
imágenes o palabras. No se aprecia el amanecer ni el milagro de la luz. Pero la
presencia del día justifica la existencia de todos los dioses. Una vez más,
todo comienza. Los ojos se alejan en la distancia intentando apreciar algo de
claridad. La mirada busca de forma incesante en lo lejano y, al final, se
recluye en lo más íntimo. Se queda allí, hurgando en el silencio y en la
nostalgia. Y la brisa húmeda de una mañana sin luz escribe en las hojas de la
mente, sin acotaciones ni métrica, un breve poema donde apenas llueve al nacer
el día.
Mariano Valverde Ruiz (c)
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