sábado, 18 de diciembre de 2021

CALLE VIENA

CALLE VIENA

 

 

Hay una calle en Mar de Pulpí

donde la luz se duerme entre el aire.

 

Su suelo de adoquines

con los colores de la tierra

llega desde los montes

del litoral almeriense

y se adentra hasta el mar

buscando en sus contornos

el horizonte azul

donde todos los sueños

trastocan la realidad

con su gasa de luz

y sus dedos de tinta.

 

Hay una silueta detenida

al extremo de la calle

que parece flotar entre la sombra

de un esbelto ciprés

y la dorada luz del sol poniente.

 

El hombre del poema

tiene la sensación

de que todos los adoquines

por los que ha transitado

a lo largo de su existencia,

confluyen en la calle

cuyo final se mimetiza

con los colores del Mediterráneo.

 

Recuerda aquellos años

de inocencia absoluta

en que no conocía nada

de la vida y del mundo,

en los que su ignorancia

le mantenía al margen

del dolor y de la realidad.

 

Rememora cuando creía

que el mundo terminaba tras los montes

que ponían frontera a sus ojos.

Entonces no sabía

que al otro lado de esos montes

que ahora tiene a su espalda,

había un mirador hacia el origen

de la historia del mundo,

una ventana abierta hacia el pasado,

a la cuna de la cultura

que hoy alimenta sus pasiones.

 

Vienen hasta su mente

las terribles imágenes

de todas las adversidades

que ha afrontado con esfuerzo

para vencer a la miseria,

al dolor descarnado,

al frío desconcierto

que provoca la vida,

y a las trampas que halló

en su largo camino

hasta llegar a ser un hombre nuevo.

 

Revive los senderos divergentes

en los que la existencia

le obligó a decidir

por dónde encaminar

el peso de su sombra

y sus anhelos de esperanza

hasta un futuro donde pudiese ser él mismo.

 

Y también llegan hasta su memoria

todas las veces que deseó

poder encontrar un lugar

donde pudiese dar su versión de las cosas

sin pedir nada a cambio,

donde poder crear con libertad y con criterio,

un lugar sin fronteras

desde donde donar al mundo

una brizna de belleza

con el color de sus palabras.

 

Ahora ve posible

poder cumplir su sueño

desde la calle Viena.

 

Contempla el horizonte

que tiene ante sus ojos

como una inmensa alfombra

abierta al final de la calle

donde el cielo es la luz del agua

y el agua un brillante reflejo

del cosmos infinito

que un día albergará

el mensaje de sus palabras

y su último aliento.


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Mariano Valverde Ruiz (c)

 

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