LUZ PRIMAVERAL
Cuando
la blanca nieve
se
derrama por los arroyos
y
se convierte en claro espejo de la luz,
la
primavera reclama a los sentidos
para
que narren su misterio.
La
vida se despierta del letargo
que
el invierno provoca
en
la rueda de la existencia
y
los días crecen entre los sauces,
frente
a las cuevas de los zorros,
sobre
los nidos de las águilas
o
bajo los zarzales
de
la tristeza de los hombres.
El
planeta va despertando
de
su sueño invernal
y
la tierra huele a tierra,
como
el aire a aromas de polen,
o
el agua sabe a pétalos
como
la hierba a verde nostalgia.
Los
seres animados
recuperan
sus esplendores,
y
los hombres, el eje que alimenta
sus
instintos salvajes.
Todo
parece nuevo
bajo
esa luz primaveral
que
incita los deseos primitivos.
Los
colores de las estrellas
muestran
sus destellos más intensos
para
adornar la noche de los mares
y
los sueños de los humanos.
Y
en ese renacer de la esperanza
se
convoca al amor para que brille
en
la materia de los corazones
como
una fuente inagotable
de
la que mana el mundo.
Entonces,
el
silencio sale de su mutismo
para
colmar la Tierra
con
la voz vigorosa
de
una nueva estación luminiscente
que
solo comprendemos con la vida
que
ofrece su alma
sin
pedir nada a cambio.
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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