LA ÚLTIMA LUZ
Una
llama bailando
sobre
el mástil de un cirio
nos
recuerda lo inevitable.
Los
cirios siempre llevan una muerte
dentro
de la luz que arde
junto
a los restos de la vida.
Su
imagen de cera helada
nos
asusta con su presencia,
porque
sabemos
que
cuando sople el aire
anunciando
el final de nuestro tiempo,
se
apagará su llama.
Entonces
ya no lo veremos,
pero
la muerte seguirá quemando
la
esencia de esos cirios.
Su
certeza se mostrará,
hermética
y latente,
en
todos los momentos
de
los actos que nos dediquen
los
que quieran hacerlo.
No
podremos hablar de su huella,
ni
temer su presencia,
porque
serán otros humanos
los
que porten los cirios
que
velen con sus llamas
los
restos del silencio.
Y
será otra luz la que nos acoja
entre
los murmullos del tiempo.
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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