TAREA
Recuerdo que una vez
imaginé cómo sería el mar y lo vi como algo sin fronteras. Era muy pequeño y mi
imaginación no daba para mucho. Vivía en un entorno rural lleno de limitaciones
y de ausencias. De vez en cuando, un hombre con una moto traía pescado para
vender a domicilio. Entonces supe que aquellos pequeños peces venían del mar.
Años después, volví a imaginar cómo sería el mar. Lo hice mientras leía un poema
en una enciclopedia que había en el colegio de Las Norias. Era el único libro
que teníamos además de las palabras del maestro: nuestros ojos al mundo.
Imaginé cómo sería ese espacio inmenso y azul, esa dimensión donde todo pone
horizontes a la vista; imaginé cómo sería sentarse al borde de sus orillas, cómo
sería respirar el aire que circulara por la playa… ¡Tantas cosas! Pero nunca le puse el brillo de
la sal a su espuma ni el poder curativo del universo al azul profundo de su
complicidad. Eso era tarea de un poeta y yo, aún, no sabía qué significaba esa
palabra.
Mariano Valverde Ruiz (c)
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