Toma mi mano. Ven junto a mi piel.
Mis deseos bordarán toda tu seda
y serás mujer bajo un cielo tibio.
Ven. Bebe de mi boca, fúndete con las olas
que llevo dentro y sé mar cristalino.
Sobre tus aguas puras seré bajel moreno
que despliega sus velas para surcar la dicha
al otro lado de tu húmeda desnudez.
Vivimos a la orilla de los sueños.
Somos lo inevitable:
universo sin límites, sol blanco,
besos que triscan luz, son ella misma.
Vemos todo lo vivo y lo creado
brillando como fiebre ya licuada.
No nos importa cuándo y dónde acabe
nuestra suerte, ni el lecho que guarde nuestras cenizas.
Cuando todo termine,
en ese campo oscuro,
bajo un cielo preñado de altas luces,
habrá un huerto sencillo con nostalgias
donde florecerá la vida nueva.
(El fuego del instinto. Ed. Vitrivio)
Todos los derechos reservados.
Mariano Valverde Ruiz (c)
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