Cuando no estás, el mar roza mis labios
en los lechos de sombra
donde duerme la luna.
Me convoca con signos nada usuales
a un diálogo poético sin métrica,
me guía hacia el destino inconfesable
del secreto que otea el subconsciente:
narra tu mundo para que lo viva.
Nuevas olas recrean tu memoria
y tus formas de amarme -asas de luz
a las que anudaré mis limpias manos
con cadenas de instinto-. Así pasan las horas
en que no me sumerjo en las aljibes
de mora donde guardas tu sonrisa.
Leo libros y busco una voz más profunda
que me acerque a ese mar que bien conoce
cómo es el flujo azul de la nostalgia
-llave que abre la puerta del silencio-.
Soy cuerpo en otro cuerpo que no existe
hasta que los arqueros de la aurora
lanzan flechas de luz por tus sienes de oro.
Entonces me reclama con sigilo
la luna derramada por tu piel,
me provoca, y es aire con mi fuego.
(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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