Tendida sobre el lecho
sigues acariciando mis palabras
con la miel que guardabas en tus labios.
Yo le busco las venas a la sombra
de nuestra habitación
y laten las nostalgias.
El corazón es órbita de un cometa
que cruza el aire limpio del silencio.
O tal vez sean páginas virtuales
con la herrumbre de mi mala memoria.
Tú haces malabarismos con sonrisas
que empapelan de luces
las paredes del alma
y mondas las naranjas de los mimos.
Mientras te miro veo los ojos de una tórtola
que se abriga y repasa su estrategia
para clavarme el pico con el carmín del beso
justo en la yugular de mi derrota.
Reconozco el sonido de los nobles instintos
escribiendo al deseo -con dígitos o lápiz-
cuando a solas renace tu presencia
y circula sin límites de alta velocidad
por la roja autopista de mi carne.
(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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