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Fernando sabe lo que dice cuando
habla de la muerte. Las últimas palabras del viejo actor quedan colgadas en el
aire, silenciadas por la súbita aparición de una voz grave que llama la
atención de los clientes. Por los conductos de la megafonía interior se anuncia
el inminente inicio del espectáculo de esta noche.
La sala está casi llena. Varios
clientes, al igual que Inocencio y Fernando, están apoyados en la barra del
local. Desde su posición tienen una buena perspectiva del escenario y pueden
degustar el espectáculo en un discreto segundo plano.
La voz anuncia la intervención de
Ava Chueca, dice que lo hará con un colorido espectáculo de luces y sombras.
También presenta, como plato fuerte de la noche, el posterior número porno de
una nueva pareja. Las luces del escenario cambian de tonalidad y consiguen
centrar muchas miradas de los que, ya pasadas las tres de la madrugada,
continúan esperando a la sombra de sus copas, con la compañía de algún amigo o
amiga, o simplemente dejando pasar el tiempo porque a la mañana siguiente no
tienen nada mejor en qué ocupar su energía.
—¿Quién es esa Ava Chueca?
—pregunta Inocencio a Fernando que ha pedido otro coñac a cuenta de su amigo.
—Es un travesti del barrio
madrileño que lleva por apellido. Se hace llamar Ava porque dicen que tiene un
parecido especial en las facciones de su rostro con Ava Gardner. Ya sabes, la
estrella de Hollywood de los años cincuenta y sesenta. Lleva los pechos
operados y comentan que pidió especialmente que fuesen del mismo tamaño que los
de la americana. Pasa de los cuarenta y ya se notan algunos de los implantes de
silicona que lleva por el cuerpo, pero aún conserva un buen ver a pesar de las
múltiples operaciones estéticas. Es muy graciosa y canta aceptablemente bien.
Es un todoterreno del espectáculo.
—Veremos qué tal lo hace. ¿Y para
el número porno de esta noche se anuncia a una nueva pareja. ¿Tú sabes algo?
¿Quiénes son?
—Ayer vi el espectáculo y me
imagino que debe de tratarse de la misma pareja. Se trata de una rubia
espectacular y de un actor ocasional. La rubia ya ha actuado otras veces aquí.
El tipo se hace llamar Antoñito Oportunidades, aunque no sé si es su verdadero
nombre.
—¿Antoñito oportunidades? No me
suena nadie con ese nombre.
—Su cara me recuerda a alguien
bien conocido en el mundillo teatral. Es clavadito a un tipo que ha tenido
muchas ocupaciones. La más duradera, y que figura en su currículum, es la de
representante de artistas. Pero en los últimos años ha sido también socio de
varias constructoras que han quebrado y han dejado en la estacada a cientos de
familias. Se le atribuyen algunas estafas, todas ellas sin demostrar, y también
la convivencia delictiva con gente del poder. Seguro que si se escarbase en su
vida se sacarían a la luz muchos asuntos turbios.
—Sí, esa historia ya me la
conozco, está en todas partes. Pisos vacíos, estructuras a medio levantar,
viviendas ofertadas y vendidas en planos que no llegarán a realizarse nunca.
Especuladores del ancha es Castilla y para mí la carretilla. Y la cartera.
Gentuza diversa y fauna sin escrúpulos que han dejado al país hecho polvo.
Todos los que, viniendo de cualquier ocupación, creyeron que la construcción
era un negocio rápido y suculento. Fueron los que pensaron que todo el mundo
vendría a vivir a España, porque “España va bien”… Según nos vendían los políticos.
Y ahora…¡País de mierda!
—Eso. Eso. —asintió Fernando a la
vez que levantaba el coñac y bebía con delectación el oro viejo de la copa.
—Con la descripción que me das, la
chica será seguramente Marlén, mi chica. Hace unos días que no la veo y no podría
asegurarlo. Esta noche la he llamado varias veces y no me ha cogido el
teléfono.
—Sí. Con ese nombre la anunciaron
ayer. ¿No me digas que esa espectacular mujer…en el buen sentido de las
palabras…es tu novia?
—Pues ahí estamos. Intentando
entendernos. Ya ves, yo sabía que le había salido algo aquí, pero no hemos
hablado de ello. Aquí ha hecho varios tipos de espectáculos, incluso ha
trabajado de camarera, ¿pero de actriz porno…?
—Hay que ganarse la vida como sea
—sentencia Fernando.
—¡Hombre! Dicho de esa forma…
Podría entenderse. Mi coquito de fuego no atranca con nada. Es una luchadora. Y
como tiene esa figura y ese cuerpo tan voluptuoso, ha hecho muchas escenas
eróticas…¿Pero esto?
—No te preocupes hombre. Ya veo
que se te cae la baba hablando de ella. Pero también se te nota una cierta
inquietud, un rumorcillo de mala uva que amenaza con desestabilizarte.
—No. Es que me he quedado
pensando.
—Vamos, que no lo ves claro.
—¡Oye! Has dicho que el chico de
hoy, si es el de ayer, te recuerda a un representante.
—Sí.
—No será un tipo delgado, poquita
cosa, físicamente hablando, de aspecto escuálido, con una cara de ratón
hambriento, de nariz afilada, orejas de soplillo, bigote al estilo
nacional-socialista y corte de pelo a navaja, que suele llevar engominado.
Piensa un poco…Es inconfundible porque tiene un tic en la ceja derecha. Se le
levanta de forma reiterada cuando se pone nervioso.
—Pudiera ser…Pudiera ser
—contestó Fernando.
—Ése va a ser él. No quiera Dios
que sea Marc Foster, el cabrón que me ha birlado el papel de Macbeth en una
obra que se va a hacer en Móstoles.
—No te lo puedo confirmar.
—Va a ser Marc Foster. ¡Maldita
sea!
—Tranquilo. No te precipites. El
cualquier caso quiero darte un buen consejo. Si supones que pueda ser él, no
veas el espectáculo. Vete a tu casa a dormir tranquilo. Mañana ves a tu chica y
no le refieres el tema de esta noche a no ser que ella lo saque antes. Y como
si nada.
—¿Por qué dices eso?
—A veces uno no sabe cómo puede
reaccionar ante situaciones imprevisibles. En el fondo somos primates. Y
pudieras complicarte la vida. Además de una mujer por medio, ese Foster te ha
fastidiado seriamente, según dices. Son motivos suficientes para alejarse del
lugar y evitar lo inevitable. Ojos que no ven, corazón que no siente.
—Ese tipo me sacó el dinero
durante años, siempre con falsas promesas que nunca se confirmaron en nada
concreto. Esta tarde me llama y me dice que he quedado segundo en el castin
para el papel de Macbeth, que el papel se lo han dado a él. Ese papel que es el
sueño de mi vida, la oportunidad para salir del anonimato y subirme al tren de
la fama. Y ahora… Ahora es posible que vaya a pasarse por la piedra, delante de
mis narices, y de todo el mundo, a mi propia novia. No lo puedo aguantar.
—No te aceleres tanto. Puede que
no sea él. Además ya sabes que en nuestro trabajo la fama es un tren en vía
muerta, tarde o temprano se acaban las traviesas.
—Me sube la sangre al cuello. Le
retorcería el pescuezo como a un pollo. Y encima poniéndole las manos encima a
mi Marlén. Pufff. Que no. Que no…
—Ya te digo. Lo mejor es que te
marches.
—Ni hablar. Me quedo…
—Bueno, bueno…Pues luego no digas
que no te aviso.
Fernando, que recordaba muy bien
el espectáculo porno de la noche anterior, estaba seguro de que la pareja de la
novia de Inocencio era el malicioso agente de representantes del que sospechaba
el actor de doblaje. Por eso siguió insistiendo en que se marchase para evitar
un mal trago. Sin embargo, la tozudez y
las negativas de Inocencio le hicieron cambiar de tema. El viejo actor de
comedias no quiso forzar más la situación y decidió dejar lo que pudiese pasar
en manos de la providencia.
CONTINUARÁ...
Novela corta
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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