EL
ESTADO DE LA NACIÓN
¿Quién entiende lo que es Estado? ¿Y
quién lo que es Nación? Si ponemos los dos conceptos en relación, ya es el
colmo. Casi nadie sería capaz de dar una definición exacta de “estado de la
nación”, sobre todo, si tomamos como referencia lo que nos dicen los
representantes electos de nuestra democracia.
Unos dicen que el Estado va bien. Otros
dicen que la Nación es suya y que no tienen nada que ver con el Estado. Otros
increpan a los primeros preguntando: ¿para quién va bien? Y argumentan que en
la calle, la gente no percibe las bondades de la macroeconomía, pero sí las
miserias que ocasiona.
El estado de la nación: un galimatías
que nadie entiende. Y mientras tanto, hay un penetrante olor a chorizo en todo
el país, un perfume que lo impregna casi todo, es como si el ajo y el pimentón
hubiesen decidido ser los nuevos emperadores de la vieja piel de toro, que es
España. Alguien ha arengado a los suyos para conquistar el país, y ha terminado
diciendo: Y a quien no le guste el chorizo, que coma patatas, si las encuentra.
El país da risa. Estamos en una
situación similar a la de aquel esforzado marido, que después de trabajar doce
horas diarias por cuatro euros, regresa a su casa y encuentra a su mujer con un
señor desconocido, con cara de bróker, en plena faena de desahogo sexual. El
hombre, después del sofoco inicial, conteniendo la respiración para que no le
saliese la bilis por la boca, preguntó a la mujer que quién era aquel
individuo. La esposa, secándose el sudor de la euforia carnal, le contestó que
quien aplazaba el pago de las facturas por unos módicos intereses del 24 %, y
quien aumentaba los años de la hipoteca para que pudiesen participar en el pago
los nietos de los hijos que aún no tenemos, también por unas mínimas
comisiones. El hombre comprendió. Y no le quedó más remedio que mirar hacia
otro lado, y sugerirle a la mujer que le tapase con el edredón, no fuese a
resfriarse.
Y así andamos. No conviene taparse los
ojos y mirar hacia poniente, si por occidente, además de a la mujer, nos siguen
jodiendo a nosotros. Si alguien piensa que el país está siendo la imagen ejemplar
del sacrificio para remontar la crisis, que se pregunte, quién la ha originado.
Seguramente no encontrará a nadie dispuesto a rebelarse. Nos gustan los grandes
señores para ser humildes vasallos. Así ha sido toda la historia.
Nos merecemos lo que tenemos. Tal vez
sí. O tal vez no. La realidad y el devenir de las cosas acabarán dando la razón
a los que pensamos que sí se puede hacer algo para mejorar. Es tan simple como
que cada uno realicemos pequeños cambios, o mínimos gestos, que aportemos una
gota de agua, para que la suma de todas se convierta en una ola gigante, una
marea que, como un enorme tsunami, mueva los cimientos mal colocados de este
mundo.
ARTÍCULOS DE OPINIÓN
11 de marzo de 2014
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Mariano Valverde Ruiz ©
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