Después de hallar los nombres de la luz
sepultados con bloques de cemento
entre la gris penumbra de las calles
o guardar los recuerdos más sensibles
de nuestra adolescencia
en un cajón con tablas de madera
para luego esconderlo tras los árboles
y el ritmo de la noche.
Después de mucho loco desvarío
y algunos galanteos con palabras,
estoy aquí, parado,
envuelto en la belleza del paisaje
al que das forma y lindes.
Tal vez ahora, ya más realista,
pueda leer las páginas
que conforman el libro de tu vientre
y sepa interpretar
todos esos secretos que provocan
los eclipses oníricos de mi alma.
O quizá esos enigmas continúen
siendo realidad almibarada
en el cielo carnoso de mi lengua.
Porque seguiré siendo pasajero
del tren de los deseos a tu lado,
personaje del cuento que permite
conocer la noticia de tu boca.
(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
No hay comentarios:
Publicar un comentario