Suplicas que me quite la funda de la piel
para que sea tuya cada célula.
Tu saliva es hoguera de fuego incombustible.
Se desboca tu lengua en mis carnes.
Y con furiosos golpes de codicia
quemas la soledad y sus espinas.
Cuando nuestro amor quiere
que todo sea ilógico,
buscamos la certeza del abrazo
y el calor efusivo del encuentro.
Rozamos nuestros labios
y entendemos que nada sea igual.
(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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