LUNA MALVA
y lozana, se alzó, cambió el color
y sus formas se hincharon
dentro del firmamento,
su espejo derramó la luz del ímpetu
en nuestros enlazados cuerpos. Luego,
como una lengua ansiosa, recorrió
cada rincón oculto de las pieles.
La arena de la playa y la retama,
el mar, sus algas, todos los idiomas,
los sabores y aromas, el espacio,
quedaron en el verbo de tu piel,
en tus labios y en fuego arrebatado:
llamas entre caderas y pasiones.
En órbita, la luna y nuestra luz,
habían perpetrado sus deseos
y entraban en el ciclo planetario del celo.
(El deseo o la luz. Ed. Universidad de Murcia)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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