EL
DÍA DE LA PAZ EN SAN CRISTÓBAL
Los globos se alejan portando mensajes
de paz mientras los niños siguen su camino con los ojos de la esperanza. Hoy
celebramos en el colegio el día de la paz. Aunque las Naciones Unidas
establecieron el 21 de septiembre como Día Internacional de la Paz, una jornada
para la no violencia a nivel mundial, nosotros lo celebramos el 30 de enero
como jornada de Educación para la Paz. Es la fecha del aniversario de la muerte
de Gandhi, el hombre que con su lucha pacífica nos dijo a todos que es posible
un mundo sin guerras.
En nuestro colegio hay niños de 15
nacionalidades. Conviven en paz y armonía niños de Bolivia, China, Ecuador,
Marruecos, Cuba, Bulgaria, Nigeria, Perú, Nicaragua, Rumanía, Polonia, Egipto,
Ghana, Mali y España. Son de diferentes etnias, religiones y culturas, pero
entre ellos brilla el respeto mutuo por las características que enriquecen a
todos.
Aunque es una labor diaria, hoy
especialmente resaltamos los valores de tolerancia, igualdad, solidaridad y
justicia. Llenamos el espacio físico del colegio de buenas intenciones, de
comunicación, de manos extendidas hacia un futuro sin miedo. Y lo hacemos con
alegría, intentando que la atmósfera proteica de la educación alimente a todos
los que componemos la comunidad educativa de San Cristóbal, el colegio decano
del barrio arrabalero de Lorca (España).
Durante toda la mañana, las aulas se han
llenado de frases salidas de los corazones de niños y maestros; de multitud de
expresiones plásticas y artísticas de la tolerancia y el respeto; de canciones,
de miradas, de manos blancas, de globos del color de la paz, de palomas con vuelos
de versos y nostalgias, de abrazos sinceros… De todas las manifestaciones
humanas que hacen que nos sintamos orgullosos de pertenecer a nuestra especie.
El patio del colegio se ha convertido en
un coro de 550 voces que elevaban al viento sus mensajes de esperanza para
todos los pueblos. Y la luz del sol ha conducido los globos que portaban el
espíritu de la limpia inocencia de quienes sólo desean que todos convivamos en
un mundo sin fronteras, en un mundo donde la razón sea el vehículo de la
esperanza y de la interculturalidad.
Ahora casi está a punto de terminar la
jornada escolar. Observo a mis alumnos realizando las últimas tareas
programadas. Lo hacen en un clima de armonía y respeto. Doy los últimos
consejos de la mañana. Sé que en sus recuerdos van a quedar algunos de los
momentos que hoy hemos vivido. Y mi memoria viaja tan sólo unos minutos hacia
atrás, al momento exacto en que veía los globos perderse en el cielo y luego
miraba las sonrisas ilusionadas con que los niños han dejado volar sus mensajes
hacia todas las manos del mundo. Era la esperanza de poder vivir en un mundo
que les deje ser felices.
30 de enero de 2014
ARTÍCULOS DE OPINIÓN
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Mariano Valverde Ruiz ©
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