COMO DYLAN EN HIBBING
Escucha
el sonido de los pájaros
entre
las ramas verdes de los ficus
igual
que una canción
que
habla de las Colinas de Hierro
en
la voz de Bob Dylan.
Oye
los aleteos de las aves
como
susurros de las notas
de
una armónica
que
engalana el aire
con
acordes poéticos
y
lamentos sociales.
Presiente
la energía
que
nutre las plumas de los gorriones
con
la naturaleza de las cosas
que
han de decirse
sin
miedo ni vergüenza.
Intuye
su actitud,
vigilante
y huidiza,
su
predisposición para usar pronto
el
dominio de los espacios
y
la virtud del vuelo
como
instrumentos necesarios
para
alcanzar el aire
donde
se encuentran más seguros
los
valores humanos y la música.
Y
está con ellos,
con
los gorriones, con Bob Dylan,
con
las notas ingrávidas del tiempo,
asido
a la madera de las ramas
que
dan soporte a sus pequeños sueños,
vigilante
también.
porque
las ilusiones de los pobres
huyen
de los peligros de las sombras,
abrazan
la alegría
y
se pierden en el crepúsculo
igual
que las luces poéticas
de
las alas del mundo.
Mariano Valverde Ruiz (c)
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