APARTAMENTO EN NUEVA JERSEY
Es
una imagen solapada
entre
cientos de formas y colores
aparentemente
inconexos
que
adquiere su sentido con las horas
cuando
la luz cae por la ventana
de
un viejo apartamento
en
Nueva Jersey.
Toda
la pared del apartamento
es
un mosaico
que
busca su lugar
entre
edificios de cemento,
calles
de tonos azulados,
asfalto
ennegrecido
por
los neumáticos,
y
transeúntes que pueblan las aceras
de
las calles de Newark:
gentes
que no dejan su nombre
pintado
en las esquinas de la urbe.
En
el plano de la pared
se
vislumbran las instantáneas
de
un perfil africano
con
diversas tonalidades
entre
el café y la caoba,
fotos
recortadas de revistas,
y
otras imágenes
en
papel reciclado
que
fueron rescatadas de la nube
que
forman los fragmentos del silicio.
Entre
las imágenes hay un cristal
que
refleja la luz de un hombre.
Posee
la apariencia
de
un ser normal
cuando
se describe a sí mismo.
Sin
embargo, qué extraña le resulta
esa
imagen que observa en el espejo.
No
reconoce lo que está viendo,
ni
imagina el sentido
que
otros pretendan otorgarle
a
las formas diversas de su mundo.
A
cada instante, todo va cambiando
como
una metáfora nueva
que
sigue sorprendiendo a sus sentidos.
Se
va adentrando lentamente,
sin
apercibirse de ello,
en
un gran laberinto
donde
se multiplican los espejos.
Acaso
su figura solo sea
un
espejo donde se miran
los
vidrios esmaltados
de
miles de cristales.
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