EL HOMBRE DE LA MOCHILA
Ha
salido a la calle
igual
que un habitante
del
planeta de las palabras
que
detiene sus pasos
en
Central Park.
Se
aproxima a las gentes
para
sentirse cómplice
de
sus congojas
y
de sus soledades,
como
lo hubiese hecho Whitman
si
le acompañase hoy.
Busca
en el interior de su mochila
con
la oculta esperanza
de
encontrar un poema
que
refleje su solidaridad
con
los que sufren
y
les recuerde que es posible
cambiar
el rumbo de las cosas,
un
texto que les anime a buscar
formas
de convertir
todo
su dolor en belleza.
Quiere
que aquellos que lo escuchen,
puedan
reflexionar sobre su existencia,
sobre
sus actos
y
sus estados de ánimo,
sobre
lo que sucede en su entorno,
y
dentro de su mente,
quiere
que evalúen su identidad
y
actúen en consecuencia.
Sabe
que de ese modo
hallarán
lo que buscan en la vida,
aunque
hoy les cueste asimilarlo.
La
mañana posee los matices
de
un día de noviembre
sobre
las ramas de los árboles
y
en los abrigos de las gentes
que
pasean por el parque.
El
hombre de la mochila
comienza
a leer en silencio
la
voz de su conciencia.
Después,
dejará sobre un banco
la
verdad de su vida,
por
si le sirve a alguien
para
poder seguir en el camino
de
los seres humanos
hacia
un instante de felicidad.
Todos los derechos reservados.
Mariano Valverde Ruiz (c)
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