IMITANDO
A SAFO
Comemos
las manzanas de la noche
como
lo haría, sin lugar a dudas,
la
dulzura de Safo,
poetisa
que amó su vehemencia
y
los placeres de la vida.
Con
las lenguas, tocamos suavemente
el
origen del punto más distante
al
lugar donde nace la saliva
y
toman su conciencia los sabores
de
las frutas salvajes.
Nos
colocamos bajo nuestra fiebre
y
buceamos en un momento inasible.
Decoramos
las nubes de este cielo,
creado
a nuestra imagen,
con
el líquido espeso del placer.
Tomamos
como lema de la noche
que
la dimensión del espacio
posee
los volúmenes
de
dos lenguas entrelazadas.
No
nos importa hablar con nuestros cuerpos
del
mismo pensamiento
y
distintos matices:
nuestro
lenguaje es cómplice.
No
hay palabras con las que describir
la
plenitud del éxtasis.
Tampoco
nos importa repetirlo.
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
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