LOS
LADRILLOS DEL TEMPLO
Es
cierto que algunos nacieron
para
colgar palabras
entre
las galerías de sus mentes
y
darles nuevas vidas
en
las hojas de un libro.
Es
muy cierto que algunos
de
los que beben agua
en
las hojas de los helechos
o
cuidan las raíces de los musgos
para
estar conectados con la tierra,
poseen
un don especial
para
escribir imágenes
en
las cortezas de los árboles.
Es
completamente cierto
que
algunos usan el lenguaje
como
semillas de amapolas
que
dejan en las manos
de
la conciencia de los hombres.
Esos
seres desean, con pasión,
que
sus palabras sirvan
para
alimentar los inviernos
de
la historia del mundo,
como
frutos robados al silencio
que
portan la verdad.
Y
también es rotundamente cierto
que
la necesidad
de
comer cada día
les
mantiene unidos al suelo,
cultivando
las tierras de sus amos
mientras
sus sueños viajan por el aire
como
cazadores de nubes.
Pero,
tal vez jamás
sea
completamente cierto
que
sus palabras sean los ladrillos
que
usen otros hombres
para
construir un templo
a
la supervivencia
de
los seres del bosque
que
cuidan el lenguaje
como
lo más preciado de la especie.
A
pesar de ello,
la
esperanza les nutre de ilusiones
para
seguir viviendo
y
amasando palabras.
Mariano Valverde Ruiz (c)
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