ADELANTADA A SU TIEMPO
Aquella mujer no era distinta a las demás.
Igual
que todas,
quiso
soñar despierta
y
poder despertar en otro cuerpo,
formar
parte de otra realidad,
vivir
en otro tiempo
más
cercano a sus inquietudes,
un
tiempo más comprometido
con
la igualdad entre hombres y mujeres.
Soñó
con ser partícipe
del
beneficio que disfrutan
los
dueños del planeta.
Soñó
con poder mitigar
en
su mirada verde
las
sombras más oscuras.
Se
vio reconocida en el respeto
a
sus formas de ser y de sentir,
enlazó
sus deseos
con
su linaje de concordia,
su
sentido materno
y
su estatura de grandeza.
Pudo
sentirse una mujer amada.
Pero
el sueño cambió las formas
de
una sociedad ideal,
retuvo
sus anhelos
y
le mostró que nada se consigue
sin
haber luchado por ello.
Le
enseñó que la tierra sigue viva,
los
ríos arrastran el limo
de
todos los humanos
y
su agua purifica
los
nuevos territorios
que
marcan el futuro,
esos
que necesitan
que
tanto hombres como mujeres
tengan
el mismo sitio junto al fuego
que
reconforta al mundo.
Y
despertó siendo ella misma,
con
sus defectos y virtudes,
con
la certeza de seguir luchando
por
realizar sus sueños
y
la necesidad
de
continuar en el esfuerzo
por
defender su lugar en el mundo.
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