LOS LOBOS
A
los lobos del bosque
no
les importa nada
de
lo que piensen otros miembros de la jauría.
No
escuchan sus lamentos
sobre
las rocas tristes
que
rodean los árboles
en
los valles secretos
de
la gran cordillera.
Ni
tampoco se inmutan
con
los aullidos de victoria
que
rompen el silencio
de
las profundidades de los bosques.
Tan
solo les inquieta
que
las siluetas de sus coetáneos
proyecten
unas sombras
más
alargadas que las suyas.
Con
esa desazón premonitoria,
viven
como animales
en
duermevela,
son
seres solitarios
que
viajan por la tierra
dando
a las estaciones
los
matices del paso de la vida.
A
veces se refugian en las cuevas
de
los montes umbríos
y
pintan en las rocas
los
rayos de la Luna
que
les ofrece cobertura
para
poder leer
la
escritura sincera de los astros,
o
escuchan, en silencio,
el
murmullo nocturno
del
agua que se filtra por la tierra.
Entonces,
hallan, sin quererlo,
el
dolor que su vieja soledad
les
dicta entre suspiros.
Pero
jamás olvidan lo que son,
ni
a los que acechan
junto
a los cauces del arroyo
para
seguir creciendo con sus sombras
una
vez devoradas.
MARIANO VALVERDE RUIZ (c)
Todos los derechos reservados.
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