LA MÚSICA DEL VIENTO
igual
que el agua al río,
las
hojas al otoño
o
el verde a la esperanza.
En
su afán por ser parte de la vida,
interpreta
la música
que
urden las emociones
como
el corazón cuenta los latidos
que
nos mantienen en silencio
cuando
resuena en contra
de
nuestras ilusiones.
El
viento canta al alba,
es
un murmullo de secretos
que
desvela la noche.
Canta
por la mañana
como
un ruiseñor de alas invisibles.
Se
escucha por la tarde sin ser visto
o
acompaña al crepúsculo
con
un velo de nubes
que
son golondrinas de fuego.
Cuando
el viento interpreta
los
acordes del tiempo
en
las últimas ramas de los árboles,
una
extraña melodía
toma
forma en la atmósfera del bosque.
Esa
música
posee
un tono etéreo,
es
tan difuminado
como
una despedida
no
deseada,
como
el abrazo
de
quien se marcha al frente
y
no se atreve a prometer
nada,
nada,
nada,
nada,
absolutamente,
porque
no sabe si podrá cumplirlo
o
le llevará el viento para siempre.
MARIANO VALVERDE RUIZ (C)
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