jueves, 24 de abril de 2014

ESFUERZO Y ADOLESCENCIA



ESFUERZO Y ADOLESCENCIA

Muchos os reconoceréis en las palabras de este comentario. Estoy seguro. La mayoría de los adolescentes actuales piensan que el mundo ha sido siempre así. Dan por sentado que papá y mamá tienen que darles todo lo que deseen, que es su obligación. Y piensan que el esfuerzo es un concepto que no va con su forma de ver la vida. Por más que la buena voluntad insiste, no hay forma de que se den cuenta de su gravísimo error.
Acomodados en la cultura del protectorado, desarrollan un rol egoísta del que queda totalmente excluida la idea de que hay que prepararse para enfrentarse al futuro y en algunos casos, al presente inmediato. No se plantean que el futuro se gana en el presente, en el día a día, en el esfuerzo continuado.
Muchos padres intentamos que comprendan que el día tiene 24 horas y que hay tiempo para todo: para estudiar, para los amigos, para ayudar a los padres, para la diversión y para el ocio. La dedicación a cada uno de esos tiempos ha de estar equilibrada, sin perder nunca de vista que el objetivo principal ha de ser la preparación para el futuro.
De nada sirve que se eche la culpa a la falta de perspectivas, a la sociedad, a la crisis, al paro, al gobierno. Todo eso es buscar escusas para no afrontar la realidad, que el futuro está dentro de cada uno de nosotros, y más en los jóvenes que en los que, de un modo u otro, ya tenemos la vida enfocada. Sí, las soluciones están dentro de cada uno: en el esfuerzo, en el estudio, en el conocimiento, en la imaginación, en la creatividad.
Los que venimos de una época en la que no teníamos los medios que tienen hoy nuestros hijos, no comprendemos su forma de pensar, y nos rebelamos contra ella. Somos conscientes de que están equivocados, y porque queremos lo mejor para ellos, les repetimos una y otra vez que el bienestar no es posible sin esfuerzo.
Epicteto de Frigia decía que: acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusar a uno mismo demuestra que la educación ha comenzado. Por tanto, debemos preguntarnos qué hemos hecho mal en la educación de nuestros hijos cuando estos no valoran lo que tienen, ni valoran el esfuerzo como uno de los pilares fundamentales en la adquisición de su propia identidad, en su camino hacia ser personas formadas, libres y con recursos suficientes para afrontar los retos de la vida. Una vida que no se adivina fácil. Comencemos por hacerles ver que cada cosa, por simple y pequeña que sea, les debe costar un esfuerzo.

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Mariano Valverde Ruiz ©           

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