Olvidamos las manos temblorosas
y la sombra remota del pasado
sobre el lienzo del agua.
Los brazos, aún hirviendo, rodearon
nuestros cuerpos con lazos invisibles.
Circuló la ternura, boca a boca,
añil y repentina, creó sueños inefables.
Supimos que algo nuevo
nacía y se inundaba lentamente
con cada pleamar de luna clara
junto al dorso de dos almas gemelas.
No temblamos al ver que la aventura
dejaba en la marina y bajo el sol
la arena azul de nuestros besos.
Y es que mar y silencio,
cómplices reservados
de los amantes, prestan su destello
cuando los corazones
aún luchan por romper
las cadenas impuestas del destino.
(El deseo o la luz. Ed. Universidad de Murcia)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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