LA HIERBA
La
hierba crece a su antojo
sobre
la tierra
que
le ofrece sustento
para
peinar el aire.
Nació
para que el sol
engendrara
en su cuerpo
el
alimento de los humanos.
En
ella germina la luz
del
león del sistema
que
se mira en los prados
con
espíritu creativo,
ese
animal de fuego
que
devora las aguas
para
que las nubes nos dejen
sus
perlas de rocío
en
los cabellos de las plantas.
En
la hierba nacen los instintos
de
los dueños del planeta,
esos
seres perversos
que
alimentan las llamas
para
que crucen los umbrales
de
toda destrucción
por
un puñado de monedas.
Y
sin embargo,
a
pasar de los hombres,
la
hierba sigue creciendo
para
iluminar nuestros rostros
con
la luz prodigiosa de la vida.
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