LA
SENDA DE CONFUCIO
El
maestro Confucio
transporta
cada día un puñado de tierra
desde
su aldea hasta la llanura.
Quiere
levantar una gran montaña
sobre
los arrozales
para
meditar desde lo alto.
No
cree que los dioses
construyan
su atalaya
para
observar al mundo
desde
el interior de la mente.
Eleva
la mirada hacia las nubes
y
pide comprensión por su osadía.
Respeta
la armonía con el cosmos,
el
flujo natural de las estrellas
y
los ciclos vitales de la Tierra.
Venera
las costumbres
de
sus antepasados,
las
ideas y la sabiduría
que
atesora la antigüedad.
Mientras
camina,
ve
cómo se derraman de sus manos
algunas
motas de polvo.
Sabe
que con los años venideros
se
convertirán en una senda
que
otros podrán seguir.
Será
el ejemplo más humilde
para
poder llegar a los preceptos
de
la sabiduría de los hombres.
Cada
mota de tierra y cada paso
construyen
la fortaleza mental
con
la que se levanta lo imposible.
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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