EL
NÓMADA DE LA ESTEPA
Monta
de nuevo sobre su caballo
mientras
el alba lo contempla.
Sabe
que su mayor gloria no está
en
no caer jamás de su montura,
sino
en levantarse del suelo
cada
vez que se caiga y volver a intentarlo.
Observa
con orgullo el horizonte
que
espera su presencia
para
ser capital de sus dominios.
Siente
sobre su piel
la
caricia del aire de la estepa,
la
historia de su gente
que
ha pasado de boca en boca
y
nota la humedad de la hierba
que
ha cubierto los huesos de su tribu
muy
dentro de su cuerpo.
Lleva
su hogar descrito
en
cada gota de su sangre.
El
cielo alza sus sueños
más
allá de la senda de los pájaros,
hacia
la luz crepuscular
que
traza el sol cuando busca la noche.
Cada
día supone una oportunidad
para
llegar más lejos,
para
leer la vida en los matojos,
en
las aristas de las piedras,
en
las formas del cielo, en el dorso de su alma.
Cuando
llegue la noche
se
abrigará en la tierra de la que forma parte
como
fiel forjador de la aventura
que
jamás tiene miedo a la derrota.
(OTRA REALIDAD)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
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