LOS
LÍMITES
El
paisaje era cómplice
de
sueños y de juegos
cuando
el frío helaba mis manos
o
el sol del verano me quemaba la piel.
Cambiaban
las cuatro estaciones
siempre
con el mismo horizonte.
Pero
una nueva vida tomó forma
una
mañana de septiembre
a
las puertas del instituto
de
la ciudad de Lorca.
Todavía
recuerdo
las
sensaciones que sentí
al
ver aquella entrada,
la
enorme dimensión del edificio
y
la insignificancia
de
mis tiernos diez años.
Entonces,
mi universo
comenzó
a crecer con las enseñanzas
de
nuevos profesores,
las
chanzas de los compañeros
y
las letras perfectas de los libros.
Comprendí
que existían inmensos horizontes
más
allá de mi vista
y
ocultos límites en mi interior:
nuevos
territorios para explorar
con
la lupa de las palabras.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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