RESEÑA SOBRE “LA
MÁSCARA DE MACBETH” DE MARIANO VALVERDE, POR ANTONIO ORTEGA (DIARIO “LA
VERDAD”, 3 DE FEBRERO DE 2018, SUPLEMENTO LITERARIO ABABOL).
Novela
Editorial Letrame
(2017)
Las calles más
peligrosas de la noche
Como a Macbeth, la
ambición desbordante borra las fronteras de lo prohibido
La diversidad cultural
de esta sociedad global posibilita espacios de interés a muchas inquietudes
artísticas y estilos literarios. Así, la novela negra ocupa un lugar importante
en la historia de la literatura durante buena parte del siglo XX y lo que va de
este. De la Gran Depresión en los años 20, sin olvidar al precursor, Edgar Alan
Poe, nace el subgénero, con Raymond Chandler, Simenon, Agatha Christie y Conan
Doyle como estrellas planetarias. En nuestro país, desde García Pavón a
Montalbán, Lorenzo Silva, Giménez Bartlett, Juan Madrid o Andreu Martín
mantienen el interés de los lectores que esperan con avidez nuevas tiradas de
aventuras de sus detectives, Pepe Carvalho, Bevilacqua, Petra Delicado, etc.
Ahora, el lorquino
Mariano Valverde, con una trayectoria más que honrosa en el campo de la poesía,
publica su primera novela, “La máscara de Macbeth”, haciendo honor al estilo
narrativo, casi cinematográfico, de las mejores novelas policiacas.
El detective Pedro
Colón, maduro, cansado y solitario, una pizca irónico, tiene que investigar
quién o quiénes son los autores de varios asesinatos cometidos en los clubes
nocturnos del distrito de Chueca en Madrid. Sus sospechas recaen en Inocencio,
un actor de doblaje que quiere interpretar a Macbeth, Jeromo, un delincuente
con ínfulas de capo madrileño y enamorado de Marlene, la estrella del
espectáculo, Marc Foster, un ambicioso agente de artistas y Ava Chueca, una
misteriosa joven que exhibe su belleza convulsa en el club Paradise.
Pedro Colón pronto se
da cuenta de que bajo la capa impactante de la sangre, se esconden ambiciones
diversas, secretos inconfesables y razones misteriosas. Los personajes son
prototipos del género, que actúan según su instinto, sin reflexionar ni tener
en cuenta la ética de sus actos, que ejecutan a su capricho o deseo, a su
pasión o a su espíritu de supervivencia. El espacio urbano, nocturno, de la
ciudad de Madrid protege las veleidades de los perversos. Las luces de neón y
los sones de Sabina perfilan los pasos perdidos de aquellos que caminan detrás
de una quimera o huyen de un maleficio. El lenguaje propio, de léxico duro y
rotundo, de la calle, popular, sin digresiones ni pesadas reflexiones, se
adapta a la acción y al diálogo, que acuña pinceladas de ironía, de crítica social
o denuncia política —es el año 2014— para jugar al despiste con el lector y que
no desvele muy pronto las huellas del crimen.
Mariano Valverde cumple
con rigor las reglas del género policial que en su día expuso Todorov. Y nos
guía sin aliento por las calles más peligrosas de la noche madrileña hasta la
última puerta de la habitación más oculta del barrio que vigila Pedro Colón.
Descúbrelo, lector. No te defraudará.
Antonio Ortega ©
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