Hundo
mis manos
en
el agua remota
que
contiene la zafa,
y
desaparece la imagen
que
dice más de lo que fui
para
acercarse a lo que soy.
Llevo
las manos húmedas al rostro
para
poder sentir
el
abrazo fraterno
del
líquido que me alimenta.
Comprendo
la distancia
que
separa el recuerdo
de
aquella taza de gran diámetro
que
usaba para asearme.
Hubo
un tiempo de aguas
sacadas
de la aljibe
que
me enseñó a pensar
lo
que quería ser.
Lo
hizo en voz baja,
sin
que lo percibiera,
como
el eco lejano
de
una lección narrada en otra lengua
a
la que ahora doy significado.
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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